El 13 de noviembre de 1992, en el municipio valenciano de Alcácer, tres chicas adolescentes fueron secuestradas mientras se dirigían a una discoteca de la localidad vecina de Picasent, donde iba a tener lugar una fiesta de instituto. Setenta y cinco días después, sus cadáveres fueron encontrados semienterrados en una zona cercana al pantano de Tous. Las autopsias revelaron que las tres jóvenes fueron violadas, torturadas y asesinadas, lo que inició una investigación contra Miguel Ricart y Antonio Anglés. El primero fue detenido y condenado. El segundo huyó. Y un cráneo localizado recientemente que parecía ser suyo Alcácer.
En concreto, el cráneo fue localizado en el año 2006 en las costas de Lambay, una pequeña isla situada frente a la capital de Irlanda, Dublín. Sin embargo, su posible relación con los crímenes de Alcasser no fue planteada hasta hace unos cuantos meses, cuando "la policía española recibió un retrato digital de ese cadáver y vio similitudes con Antonio Anglés, el principal sospechoso de las tres niñas". Si bien la acusación popular ya había descartado la posibilidad de que el cráneo perteneciera a Anglés, debido a las características que presentaba antropológicamente hablando, quedaba una última prueba final: los análisis de ADN.
Como explican desde As, este análisis "ha confirmado oficialmente que no se trata de él". Esto desemboca nuevamente en la misma situación en la que las autoridades policiales llevan atascadas desde 1993: Antonio Anglés se encuentra en paradero desconocido y no hay la más mínima pista acerca de dónde podría hallarse o qué podría haber sido de él. La realidad es que, casi treinta años después, el presunto asesino de las niñas de Alcasser podría seguir vivo en alguna parte del planeta. El relato de su huida parece sacado de una película de Hollywood. Sin duda, una película de terror. Una sin final feliz ni resolución alguna.
La misma viene recogida en el informe pericial entregado por los criminólogos de la Asociación Laxshmi en el juzgado. Así, el 27 de enero de 1993 Antonio Anglés abandonaba su domicilio en presencia de las autoridades y emprendía un viaje a través de diversos municipios valencianos y posteriormente manchechos para llegar a la capital española. Fue allí donde tomó rumbo a Lisboa y, una vez en la capital portuguesa, se embarcó en el navío City of Plymouth que conectaba Portugal con Dublín. Es la última vez que se vio a Antonio Anglés en algún lugar. A partir de ese punto todo son incógnitas. Jamás se volvió a saber de él.
"Existe la opinión de que la policía irlandesa no realizó una búsqueda rigurosa a su llegada, mientras que se conoce que el prófugo fue encontrado por los marineros durante el trayecto. Por tanto, consideran que uno de los presentes en el barco tuvo que ayudarle a escapar de la embarcación y a llegar a tierras irlandesas", escriben desde este diario. De ahí que aquel cráneo, que ha resultado ser una pista errónea, despertaba tanta atención entre las autoridades policiales. No obstante, nadie garantiza que Irlanda fuera la última parada de su huida. Literalmente, y como decíamos antes, podría estar en cualquier lugar. Vivo o muerto.