Argumenta el escritor israelí Yuval Noah Harari en su ensayo Homo Deus, una especie de continuación de su popularísimo best seller Sapiens, que los seres humanos hemos conseguido dominar las tres amenazas que han sido más letales durante nuestra historia como especie: las hambrunas, las pandemias y las guerras. No es que no existan, pero ya no comprometen la vida de un porcentaje lo suficientemente elevado de personas como para que peligre nuestra existencia colectiva. En consecuencia, decía, nuestro siguiente gran objetivo era vencer a la muerte a través de la transhumanización, es decir, la sustitución de partes de nuestro cuerpo por órganos mecánicos. Pero quién diría que este paso sería liderado por un niño llamado Laurent Simmons.
"En última instancia, quiero poder reemplazar tantas partes del cuerpo como sea posible con órganos mecánicos", decía recientemente en el medio neerlandés De Telegraaf. Y, antes de que te eches a reír, debes saber que no es la fantasía infantil de un niño, porque Laurent Simons acaba de graduarse en Física por la Universidad de Amberes con tan solo 11 años. Mientras la inmensa mayoría de nosotrxs nos pasamos las horas pensando qué queremos hacer realmente con nuestras vidas, este niño belga lo tiene clarísimo y, aún más importante, le sobran las cualidades para conseguirlo. Porque no se ha graduado de cualquier modo.
Tiempo récord y matrícula cum laude
Lo ha logrado a lo grande: con matrícula cum laude y en solo nueve meses. ¿Podemos pararnos un momento para reflexionar acerca de tamaña hazaña? Estamos hablando de partículas subatómicas, de leyes físicas del cosmos y de teorías contraintuitivas que buena parte de la gente, aún después de una explicación, continúa sin comprender verdaderamente. Ah, y mientras se sacaba todas las asignaturas de física tuvo tiempo para completar algunas otras asignaturas del máster que cursará a continuación, tal como contaban desde la agencia de noticias neerlandesa ANP recientemente. Una completa locura. Un auténtico prodigio.
Pero la noticia dista mucho de ser una mera curiosidad. Aunque ciertamente, y por desgracia, mucho talento acaba malgastándose en vidas complicadas o simplemente en vidas carentes de motivación, muchos de estos jóvenes prodigios que aparecen en los medios de tanto en cuando, como Laurent Simons o como Michael Kearney graduado en antropología por la Universidad de Alabama del Sur con tan solo diez años, acaban siendo realmente importantes para el desarrollo del conocimiento científico. Y todo avance tecnológico está supeditado a dicho desarrollo, incluidos esos que salvan vidas y hacen del mundo un lugar mejor.