Esta mujer pasó 9 años en prisión acusada de provocarse un aborto

Sara Rogel pasó más de una década encerrada en la cárcel por abortar cuando, en realidad, su aborto se debió a un accidente

Cuando Sara Rogel estaba a punto de terminar el bachillerato no imaginaba que su vida daría un dramático giro de 180 grados. En octubre de 2012, un aborto accidental la llevo directa a una prisión de El Salvador con una condena de “homicidio agravado” que la privó de vivir una de las etapas más bonitas de la juventud, esa en la que unx se enamora, desenamora, comete locuras con sus amigxs, se equivoca, se arrepiente y no para de aprender. "Fue un accidente que dio una vuelta a mi vida. Yo quería a mi bebé y por una caída terminé en la cárcel", aseguró recientemente en una rueda de prensa después de, por fin, ser liberada por algo que nunca debería encarcelar a nadie.

Esta fatal historia empezó en su casa, ubicada en una zona rural del centro del país. Ya estaba de ocho meses de embarazo y tuvo la mala suerte de que algo tan fácil de ocurrir, como un simple resbalón, la hizo caer al suelo sin saber que aquel era el comienzo de una pesadilla de la que tardaría mucho en despertar. No tuvo tiempo ni de reaccionar. "Me caí, quedé inconsciente y cuando desperté estaba en el hospital. No sabía qué pasaba, no sabía nada de mi hija, nadie me decía nada ", recordó a BBC Mundo al hablar de una incertidumbre que la acompañó durante más de dos días. Cuando pudo darse cuenta de lo que ocurría, unas esposas ya apresaban sus manos y anunciaban que, además de tener que lidiar con la muerte de su bebé, debería soportar el duro mundo de la cárcel.

Lamentablemente, el caso de esta joven salvadoreña no es una excepción en El Salvador. Según la ONG contra a penalización del aborto Agrupación Ciudadana, también citada por el mismo medio, en estos momentos 16 mujeres están entre rejas por situaciones similares a la de Rogel. ¿La razón? El espíritu conservador y mayoritariamente católico del país hacen que esté prohibido abortar, y lo peor es que ni siquiera se contemplan ciertas excepciones. Ni cuando el embarazo es fruto de una violación, ni cuando la salud de la madre está en peligro, ni cuando es un aborto espontáneo o resultado de un accidente, como ocurrió a Rogel.

Después de casi una década sin sentir el aire del campo, el ajetreo de moverse entre las multitudes de las ciudades o sin poder abrazar todo el tiempo que quiera a los suyos, es ahora cuando Rogel no puede evitar mirar hacia atrás y ver como esta injusticia se cargó los sueños por los que tanto había trabajado. “Estaba terminando mis estudios. Quería hacer una licenciatura en enfermería y, lamentablemente, me pasó este accidente", se lamentó a BBC Mundo sobre un dolor que, inevitablemente, la ha cambiado para siempre. Pero, por suerte, no ha acabado con sus ganas de luchar.

Ahora, su idea es ayudar a otras mujeres atraviesan el mismo calvario. No es una persona de poder ni con grandes fortunas, pero sí uno de los rostros de esta injusticia, y eso puede hacer que su misión de visibilizar los casos de otras víctimas, tenga cierta repercusión, que impulse un cambio real capaz de salvar vidas. Lo dejó muy claro en la primera rueda de prensa tras su liberación: "Hoy aquí estoy pidiendo que se haga justicia con mis demás compañeras que se han quedado presas. Así como yo sufrí ese daño, hay mucha gente detrás de esas rejas que lleva muchos años. Y yo quiero que se haga justicia con ellas también". Ojalá sus deseos se cumplan.