¿Por qué llevamos ropa interior y cuándo lo empezamos a hacer?

Te sorprendería saber las fechas exactas de las primeras braguitas

La tendencia ‘no pants’ nos enseña que la ropa interior está más de moda que nunca. No llevar pantalones y que tus bragas hablen por ti: desde Bella Hadid hasta Sydney Sweeney, las famosas se han rendido a esta tendencia. Pero más allá de que la pasarela se enfoque en esta prenda tan esencial en nuestro armario, nosotrxs nos preguntamos: ¿por qué llevamos ropa interior y cuándo lo empezamos a hacer?

Bueno, la respuesta más obvia es que llevamos ropa interior por una cuestión de higiene. ¿Te imaginas que esas gotitas excedentes y casi invisibles después de mear tocasen directamente el pantalón? ¿O que tu parte más sagrada estuviese en contacto directo con gérmenes y otras bacterias sin ninguna barrera mediante?

Los más atrevidos podrán prescindir de las bragas o de los calzoncillos en algún momento en el que quieran poner calientes a sus parejas. Pero, a pesar de que ahora parezca algo trivial, un hábito más en nuestro día a día, vestirse con ropa interior era algo crucial en la antigüedad. Estamos hablando de que, hace siglos, la ropa interior protegía a las personas del frío intenso y se consideraba una cuestión de vida o muerte.

De calzones para hombres y camisas para mujeres

Si tenemos que poner una fecha para el inicio de la ropa interior, podríamos decir que la idea de vestir una tela como protección para nuestras partes íntimas aparece por primera vez alrededor del año 5.000 a.C. con los antiguos egipcios.

Pero no fue hasta la Edad Media que lo que entendemos como ropa interior comenzó a tomar forma de manera más definida. Aunque las bragas y calzoncillos de esa época eran muy diferentes en diseño y función a lo que conocemos hoy en día.

Los hombres usaban una prenda llamada “calzones”, que eran básicamente pantalones largos que llegaban hasta los tobillos. Estos calzones solían estar hechos de lino o lana y se sujetaban con una cuerda o cinturón alrededor de la cintura. A menudo, no llevaban ropa interior adicional debajo de los calzones.

Y claro, quizá es un poco raro imaginarte sin utilizar bragas, sin tener algo ahí protegiendo tu zona más íntima, pero las mujeres no empezaron a vestirlas hasta bien entradito el siglo XIX. Antes, en la Edad Media, llevaban una prenda similar a una túnica llamada “camicia” o “chemise”, que era una especie de camisa larga y holgada que llegaba hasta los tobillos. La usaban como ropa interior y se llevaba debajo de otras capas de vestimenta, como vestidos o faldas.

Ojo al dato (quizá nos produzca algo de asquito): la ropa interior no se lavaba con la misma frecuencia como lo hacemos en la actualidad. Es decir, las prendas podían acumular mugre y olorcitos fuertes con el tiempo. ¡Bendita lavadora! Realmente no fue hasta el siglo XIX, con la creciente influencia de la moda, que surgieron las primeras versiones de lo que podríamos reconocer como bragas. Estas primeras bragas solían ser holgadas y llegaban hasta la cintura, hechas de materiales como algodón o lino.

Ahí ya vamos entrando al siglo XX, y las bragas evolucionan con materiales nuevos y diseños más modernillos. Se hicieron más ajustadas y se desarrollaron diferentes estilos, hasta llegar al tanga, tan amado por algunas y denostado por otras.