Ser Una Zorra O Ser Una Estrecha, Dos Caras De La Misma Moneda

Queda muy bien decir que esto está superado y que ya nadie piensa así. Y es que “guarra” y “estrecha” suenan a España carca y rancia a más no poder.

Queda muy bien decir que esto está superado y que ya nadie piensa así. Y es que “guarra” y “estrecha” suenan a España carca y rancia a más no poder. Pero, no nos engañemos, aún tenemos gente carca y rancia para rato. Y no todos son canis sin remedio o hijos del Opus Dei. Que comentarios que empiezan con “La puta esta” los puedes escuchar en el garito más cool de boca del modernete de turno.

Nos vamos a ahorrar toda la parte de “¿Por qué si lo hace una mujer es una zorra y si lo hace un tío es un triunfador?”, que eso ya nos lo sabemos todos. Lo jodido es que la mitad de la gente no se dé cuenta de que tanto la “guarra” como la “estrecha” tienen exactamente el mismo problema pero desarrollado en direcciones opuestas.

Por aclarar, la que no se tira a nadie porque no le da la gana y la que se tira a todo lo que le apetece, también porque le da la gana, no tienen ningún problema, y no es criticable en ningún punto. Lo que pasa es que, que una mujer decida lo que hace con su cuerpo, especialmente con la mitad inferior, sigue levantando muchas ampollas no vaya a ser que empecemos por follarnos a quien nos dé la gana y al final acabemos exigiendo cobrar lo mismo.

Cuando me refiero a la “guarra” y la “estrecha” no hablo de mujeres que viven su sexualidad como les apetece a pesar de las etiquetas que les pongan los demás. Hablo de las que la viven según esas etiquetas. Hablo de las que no han comprendido que han de valorarse por lo que son y no por lo que dicen que son. Son las dos caras de una misma moneda, la una que no quiere tirarse a nadie por miedo a ser la zorra del pueblo, y la otra que necesita enrollarse con quien sea para no sentirse insignificante, porque su autoestima sube o baja en función de la atención masculina que reciba. Dos polos opuestos que nacen de la misma mierda, “Valgo lo que los hombres piensan que valgo”. Y si alguno está pensando que las mujeres son las primeras que tachan de golfas a otras, podría ser, al fin y al cabo, están bajo el mismo sistema de valores que los hombres que lo hacen.

Y aunque los ejemplos más representativos son los más extremos, prácticamente todas las amigas con las que he hablado de este tema coincidían en haberse sentido como “unas putas” o “unas estrechas” en más de una ocasión. Y teniendo en cuenta que siempre me he movido con gente bastante progre y abierta de mente, esto me acojona bastante. Me acojona ver que, aunque sea en menor medida, una gran mayoría de mujeres siguen tomando ciertas decisiones con respecto a su vida sexual basándose en la imagen que estas proyectarán de ellas a nivel social. Yo, personalmente, aún soy incapaz de explicarme cómo alguien puede determinar el tipo de persona que eres por la cantidad de gente a la que te has tirado, pero parece evidente que interesa mantener esta forma de juzgar. Lo cierto es que tener a la gente controlada sin necesidad de correas es la mejor forma de que todos piensen que están tomando sus decisiones libremente.

 

 

Crédito de la imagen: Theo Gosselin.