Tocarnos es tan importante como poder vernos o escucharnos hablar

El sentido del tacto es esencial para nuestro bienestar desde que llegamos al mundo, su pérdida por la crisis del coronavirus puede ser perjudicial

Día tras día nos tocábamos. Dos besos, un beso, dar la mano, un abrazo, una mano en la espalda, una caricia en el rostro, un apretón. Vivíamos con el sentido del tacto como sin prestarle importancia. Es la forma natural de estar en el mundo. Pero ¿te has parado a pensar lo importante e imprescindible que es? Aunque se trate de una situación similar para todas las personas, las circunstancias cambian, porque no es lo mismo pasar el confinamiento en soledad, con la familia, con amigxs o con la pareja. El tacto es esencial para nuestro bienestar y lo es desde el momento en que nacemos. Es la forma que tenemos para transmitir significado, cuidado, amor y comunidad. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Volveremos a estar juntos 😏⁠ ⁠ Foto de @watts.hot

Una publicación compartida de Código Nuevo @codigonuevo el

Hay quienes viven juntxs y que han implantado la distancia social dentro de sus propios hogares. Es decir, vives con otra persona pero no puedes acercarte a ella. Si se trata de una pareja el esfuerzo debe ser mayor. Quieres abrazar a esa persona, tocarla, acariciarla. Desde luego que es complicado pero es peor aún si pasas  el confinamiento en soledad, no solo no puedes tocar a nadie sino que tampoco tienes esa comunicación, ese intercambio que supone tener una simple conversación en directo. Al principio seguramente no ocurra y quizás aún no te has parado a pensar en cómo te sentías al tocar otra piel. El sentido del tacto es el más automático, no somos conscientes al 100% de su relevancia.

Ahora la forma que teníamos de mostrar nuestro cuidado y nuestro cariño es una de nuestras peores enemigas. Nuestro cuerpo, nuestras manos son el camino del posible contagio, no podemos tocarnos el rostro sin habernos lavado las manos. No tiene nada que ver con el sexo siquiera, el tacto tiene que ver con la conexión y la vitalidad. Lo más terrible y gran parte de la agonía de esta crisis es que incluso en la muerte se nos niega la posibilidad de tocar el cuerpo.

Eve Ensler, autora de Los monólogos de la vagina, explica para The Guardian la importancia del contacto: "Sabemos cómo expresar la pérdida y el dolor con nuestros estremecedores cuerpos y lágrimas, transformamos nuestra ira en medicina con la caricia más simple. Sabemos cómo soltarnos en el duelo y apretarnos en la ira. Y muchos de nosotros somos arropados en ese abrazo particular que abriga, que alivia, que confirma. Abrazar es la forma que tenemos de saber que estamos aquí. Así sentimos la existencia, el significado, el valor y la sustancia de los demás. Y es con el contacto como transmitimos nuestro amor, nuestra empatía y nuestro cuidado".

Se trata de un llamamiento a recordar lo importante que es tocar otra piel. Es un llamamiento para que cuando podamos hacerlo seamos conscientes de las texturas, de las temperaturas, del significado que tiene una caricia o el simple hecho de dar la mano. Es un intercambio energético y es necesario para nuestra existencia. El tacto nos convierte en parte de esta comunidad humana. Y aquí estamos, en medio de esta pandemia sabiendo que si nuestra tos puede matar, nuestro cuerpo podría ser un arma letal.

"La mejor defensa contra esta situación era el contacto, los besos, las cantidades masivas de contacto físico, también conocido como sexo. El cuerpo es el lugar de la revolución y el cambio. Entonces, aquí, ahora, donde nuestros cuerpos están encerrados detrás de máscaras, guantes, pantallas y filtros, ¿dónde está el centro de nuestra revolución? Apenas existe y es que la cuarentena es necesaria", detalla Ensler en su artículo. Hay que tener la paciencia suficiente para aguantar y que cuando tengamos la posibilidad de salir de esto, sepamos darle valor al tacto y que no se transforme en una forma automática de comunicarnos con los demás.