¿Sufres el ‘síndrome del momento perfecto’?

Está destrozando tu disfrute de la vida. Así de claro

Algunas personas sudan de todo. Tienen esa capacidad innata de permitir que las cosas sucedan como tienen que suceder sin esperar que sean extraordinarias. Sus expectativas son realistas. Viven con los pies posados en el suelo. Por el contrario, algunas personas mantienen una exigencia brutal hacia la realidad: esperan que muchos de los momentos de su vida sean absolutamente perfectos. Los imaginan una y otra vez antes de dormir. Los recrean como instantes apoteósicos. Los fuerzan en un intento de que sea acontecimientos especiales. Es lo que lxs expertxs conocen como el síndrome del momento perfecto. Y cada vez hay más personas que lo padecen.

O al menos eso explican en la revista digital Poosh: “En los últimos tiempos, el síndrome del momento perfecto se ha visto exacerbado por el auge de las redes sociales. Sentimos la necesidad de crear un carrete de publicaciones destacadas perfecto, mostrando a los demás cuán perfectas son nuestras vidas”. Y obviamente no lo son. Eso no existe. Es un concepto erróneo. Un relato mitológico. Lo único que te llevas del síndrome del momento perfecto, lo único que realmente proporciona a tu vida, es la incapacidad de disfrutar de verdad de lo que ocurre en ella debido a una presión imposible. Tu día a día no puede ser la canción principal de una peli de Disney. Sorry.

Tu cumpleaños no será memorable. Tu cita especial con tu pareja no será cantada por los juglares del futuro. Y desde luego no van a hacer un documental seriado sobre tu viaje a Camboya. Pero tampoco el del resto de mortales. La diferencia, no obstante, es que buena parte de la peña no espera tanto de la existencia. Fluye con ella. Abraza la mediocridad. Entiende que en lo cotidiano está la verdadera belleza y genialidad de esta vida. Como apuntan desde este medio, “aunque es normal tener expectativas sobre cómo sucederán las cosas en la vida, apegarnos a ellas y a su resultado no es saludable: conduce a la ansiedad, la decepción y la depresión”. Necesitas bajarle una dosis.

¿Pero cómo? Lo primero es ser consciente de que sufres este síndrome y explorar sus raíces. Quizá padezcas de una competitividad extrema. O tengas una baja autoestima y necesites que todo sea perfecto para sentirte dignx de aceptación y amor. Descúbrelo. Te ayudará a desconectar más a menudo de esas expectativas utópicas. Como también lo hará meditar. “Cuando estamos presentes planificamos menos y podemos cultivar la alegría en la forma en que son nuestras vidas aquí y ahora”. Por último, y si no puedes evitar anticiparte ante eventos claves, escribe previamente una predicción realista de cómo crees que transcurrirán. Es muy difícil mentirle al papel.