Cómo te puede destruir el perfeccionismo

Crees que el perfeccionismo te llevará a la excelencia, pero te puede destruir 

Ser “demasiado perfeccionista” es un atributo del que mucha gente no sabe si presumir o avergonzarse. Desde el otro lado, también es difícil determinar si admiramos a aquel compañero de trabajo tan perfeccionista o más bien nos da un poco de pena verlo preocupado por nimiedades y que nunca se relaje. En un mundo de precariedad e hipercompetitividad, ser perfeccionista puede parecer la clave del éxito. Pero no lo es. Y tiene una cara oculta bastante peligrosa. 

En un artículo recientemente publicado en SModa, la coach profesional Aida Baida Gil distingue entre el perfeccionismo “relacionado con la excelencia” que conlleva “productividad y buenos resultados” con otro que “llevado a su extremo, te puede provocar ansiedad, te hace posponer o procrastinar hasta que te sientes preparado y te hace entretenerte en detalles que pueden ser irrelevantes y disminuyen la productividad”. 

Si tienes que llevar a cabo un trabajo en un tiempo limitado y te paras a perfilar pequeños detalles, es posible que no lo entregues a tiempo. Y eso puede extrapolarse también a tus compañeros, que pueden estar esperando tu entrega para incorporar su parte y acaban tardando más en salir del trabajo. 

Según explicó el profesor de psicología Fernando Miralles en entrevista con El Mundo, el perfeccionista “está todo el tiempo sufriendo y fomenta su inseguridad, ya que quiere llegar a una perfección tal que no dará nunca por terminada la acción que realiza”. Hay casos, cuenta, de personas que están durante meses preparando oposiciones 12 horas al día y cuando llega el día no se presentan porque no se ven preparadas para aprobar. 

Uno de los principales problemas del perfeccionismo es que está aceptado como un valor positivo en la sociedad. Pero su carga tóxica también puede manifestarse en cualquier momento. En el artículo de Smoda, la psicóloga Núñez Rondón apunta a los altos niveles de estrés y ansiedad laboral, no sentirse a gusto con uno mismo nunca, no disfrutar de los logros obtenidos o no permitirse disponer de tiempo de ocio como algunas de las señales de alarma. 

Un estudio de la Universidad de Yale llegó a relacionar el perfeccionismo a un mayor riesgo de suicidio y depresión. Otro, de la Universidad de Brock, en Canadá, examinó la relación entre perfeccionismo y la salud de 492 personas de entre 24 y 35 años. Y concluyeron que lxs perfeccionistas son más propensas a sentirse mal y quejarse por dolores, fatigas y falta de sueño, además del gran temor a fracasar, cuenta en un artículo el digital La Mente es Maravillosa. La conclusión es que el perfeccionismo a veces no te conduce a la perfección, sinó al malestar, y hay que aprender a manejarlo y relativizarlo, seguramente de la mano de algún psicólogo.