‘Silbato de perro’: una técnica de manipulación poco estudiada

Quiere cabrearte sin que nadie más entienda por qué para hacerte quedar como unx paranoicx rabiosx

Esa palabra. Esa maldita palabra. Para la mayoría de gente no tiene ninguna carga negativa, pero a ti no te gusta nada por razones que solo tú entiendes. Espera, no: tú y esa otra persona que la utiliza estratégicamente para sacarte de quicio cuando le conviene. Y te jode muchísimo. En primer lugar, porque sabes que está intentando cabrearte. En segundo lugar, porque quedas como una persona rabiosa que monta en cólera a las primeras de cambio. De hecho, y tras soltar la palabrita o la frasecita, te acusa precisamente de eso: de tener la mecha muy corta. Así logra su doble objetivo de sacar lo peor de ti y desprestigiarte al mismo tiempo. Te está haciendo un silbato de perro en toda regla.

Una técnica que, según cuentan desde Trendencias, se enmarca dentro de las conocidas como técnicas de abuso reactivo. En concreto, dicen, se trata de “un tipo de manipulación que consiste en apretar ciertos botones en la psique de la víctima de manera que estas caigan en el juego de la manipulación y la provocación de la persona narcisista”. En este caso, esos botones se aprietan mediante un lenguaje codificado. El mote con el que te hacían bullying cuando estabas en el colegio. Un comentario críptico que hace referencia a cuando te fue infiel. Una palabra que alude encubiertamente a tu principal inseguridad física. El resto no ven maldad ninguna. Pero la hay. Y tú lo sabes muy bien.

¿Que qué saca la persona agresora del silbato de perro? Depende. Puede ser, por ejemplo, “degradarte frente a los demás y humillarte de una forma sutil”. O hacerte perder los papeles en mitad de una discusión que claramente estabas ganando tú para desestabilizarte y acabar diciendo aquello de mirad cómo se pone de la nada, es que no se puede hablar contigo. O simplemente disfrutar de la experiencia. Sí, aunque te resulte diabólico, “los individuos narcisistas y psicópatas obtienen un tipo especial de alegría al poder menospreciarte frente a una audiencia sin ser considerados responsables, lo que se llamó en esta investigación deleite del engaño”. Gozan de tu sufrimiento y angustia.

Una satisfacción que no deberías regalarle. Más adelante, cuando tus ánimos se hayan templado, podrás enfrentarle como es debido, pero en el instante en que emplea el silbato, rodeadxs de tantas otras personas, “lo mejor es no reaccionar, no mostrar absolutamente nada y actuar como el resto: como si no te enteraras de lo que está pasando”. Le estarás privando de la satisfacción que buscaba. Le estarás negando un placer que necesita para ser feliz. Y oye: da igual si es tu pareja, tu colega o tu mismísimo padre, que si te hace el silbato de perro una y otra vez no merece tu cariño ni un minuto más. Sácale de tu vida con una palabra random que no entienda. Hasta luego, tornillo.