Los veintitantos son una edad verdaderamente difícil. Por un lado, comienzas a afrontar responsabilidades propias de la vida adulta. Por otro lado, sigues cargando contigo ciertas ingenuidades de la adolescencia y habitas este mundo sin haber aprendido aún unas cuantas verdades importantísimas. Estás a mitad de camino de todo. Una de estas verdades, que para los treinta deberías interiorizar profundamente, es que la ambición no debe llevarse por delante la satisfacción. Como explican desde la revista digital Relevant, “incluso si tus objetivos de vida no se han cumplido cuando llegas a los 30, no significa que no debas estar contento con la vida que tienes”. Existe un conformismo saludable.
Y otra verdad que deberías incorporar a tu vida una vez traspasada la barrera de los 30 es que las relaciones no se mantienen solas. Durante tus veintitantos conectas con tus colegas en la universidad o en la casa donde vives de manera casi inevitable, pero esto va cambiando y “una vez te sumerges en el trabajo y en la vida familiar puede ser difícil encontrar tiempo para verles”. La inercia ya no es suficiente. Debes poner intencionalidad. Y entiéndelo: tus amigxs serán fundamentales para transitar las idas y venidas de la vida a partir de ahora. No pienses ni por un momento que no son tan trascendentales como decimos. Porque lo son. Uno de tus grandes pilares. Lo descubrirás muy pronto.
Del mismo modo, y en lo que a relaciones se refiere, desde el mencionado medio creen que deberías grabarte a fuego otra verdad: “no dejes que el equipaje de malas rupturas, discusiones con viejos amigos o comentarios hirientes del pasado te persigan”. Eres una persona adulta. El corazón debe ir libre de rencores y heriditas. No te aferres a ello. Eres tú quien sale perdiendo. Y aprende a valorar la desconexión. De las responsabilidades sociales, de las responsabilidades laborales y del mundo digital. La verdad que nadie te dice es que pasar tiempo contigo, tumbado en el parque o dando un paseo, resetea tu cerebro y te limpia de todo aquello que te perturba. Tienes permitido descansar.
Por último, hay dos verdades nada filosóficas, más bien prácticas, que también deberás incluir en tu vida más allá de los 20. En primer lugar, que tienes que ahorrar. Ya vale de vivir como si no hubiera un mañana porque lo más probable es que lo haya. Y ese colchón te da seguridad, tranquilidad y margen de maniobra. No malgastes la pasta. Valora el tiempo que empleas en ganarla. Y en segundo lugar, que tienes que despertarte temprano. Lo de levantarse todos los días a las una del mediodía suena muy goloso, pero en el fondo no te hace feliz ni te permite organizarte correctamente para cuidarte y cuidar tus metas. Fluir con la mañana te dará una perspectiva más rica de la vida.