Han pasado ya bastantes años, quizás 10, quizás 20, pero aún conservas el recuerdo nítido en tu memoria. Es más, si aún eres muy joven puede ser que lo estés experimentando ahora mismo. Las horas seguidas sin parar en la cama como si fueras el o la protagonista de la canción de Quevedo aprovechando que tus padres se iban fuera de fin de semana, los morreos eternos en la puerta de la biblioteca cuando se suponía que teníais que estudiar o sudando entre las tiendas de campaña del camping de verano al que te llevaba la familia…Pero, ¿por qué es tan intenso el amor adolescente?
La respuesta fácil es que las hormonas están disparadas, y es verdad, pero la explicación completa es mucho más rica, según cuenta en un artículo reciente el digital La Mente es Maravillosa, que divide en cuatro puntos los motivos de esta intensidad exacerbada.
El primero es efectivamente que en la adolescencia empiezan a funcionar unas hormonas que alteran el comportamiento y la comprensión subjetiva del mundo. ¿Significa esto que lo que sientes durante la adolescencia no es real? No, significa que tal vez nunca lo vuelvas a sentir con la misma intensidad.
El segundo es un término algo más complicado, la interocepción, que es la percepción del estado interno del organismo. Tus vísceras se mueven o tu corazón late más rápido en función de este estado y en la adolescencia surgen nuevas sensaciones, como el mariposeo en el estómago relacionado con el amor romántico, o el rubor típico de las situaciones incómodas.
Estos cambios físicos acaban teniendo relación con el tercer punto del amor adolescente, que es la posible confusión entre amor y enamoramiento. Es por eso que una atracción tan fuerte puede ser confundida con el amor, aunque esto es algo que puede suceder también cuando andas más crecidx.
El final de estas relaciones tan intensas que muchas veces son pasajeras puede dar lugar a un duelo exagerado, un sentimiento de vacío que puede llevar incluso a síntomas depresivos. Un dolor emocional tan intenso como el propio amor.
Para lidiar con todo esto, si tienes algún familiar adolescente que pueda estar viviendo una de estas relaciones ultraintensas, lo puedes ayudar de diferentes maneras, según La Mente es Maravillosa. Es importante validar las emociones del o la adolescente, más que minimizarlas, porque si no se sentirá solo e incomprendido.
En segundo lugar, ya que los romances pueden ser una montaña rusa emocional y la autoestima se construye y se golpea con episodios de la adolescencia, en la que se construye también la identidad, es importante reforzar esa autoestima, recordarle a la persona que su valía personal no acaba porque tenga un disgusto amoroso. Así aprenderá que no es peor persona porque le dejen de querer, una correlación que muchas veces arrastramos hasta nuestra edad adulta.
Darle cariño, honestidad y recordarle lo incondicional del amor de familia es una buena forma de que el vacío de un adolescente sea menor. Es importante que tenga claro que hay puntos de referencia sólidos en su vida que van más allá de sus amores y desamores.