Resuelve el caos de tu día a día como si fuera un problema matemático

La asignatura que a muchos no gustaba en la adolescencia puede convertirse en un arma muy productiva para salir del bucle de los conflictos internos

Seguramente lo has escuchado o incluso lo has dicho alguna vez en tu vida mientras recibías clases de matemáticas: "¿para qué estamos aprendiendo todas estas ecuaciones y estadísticas si nunca vamos a usarlas en la vida real?". Cuando piensas en ello viajas directamente a aquella época y confirmas tus sospechas, sobre todo porque aquellas fórmulas que nos enseñaban podían fácilmente resolverse con la calculadora que, ahora mismo, viene instalada o en tu móvil o en tu ordenador. Pero hay problemas que no pueden resolverse con una calculadora y son aquellos que nos atormentan día tras día. Aunque creas que no, algunas de las fórmulas aprendidas en el colegio pueden ayudarte a salir del caos mental.

Cuando los jóvenes azotan a los maestros con este tipo de preguntas, muchos no tienen respuesta. Desde Psychology Today pueden dárnosla: "las clases de matemáticas no te enseñan fórmulas, las matemáticas te enseñan a pensar". Pero, ¿qué quiere decir esto realmente? Siempre habrá problemas que sean especialmente difíciles de resolver, incluso los matemáticos más especializados se pasarán años para encontrar la respuesta a cuestiones complicadísimas. La  cuestión está en que lo que hay que guardar en nuestras mentes es el enfoque estructurado con el que se llega a ciertas respuestas. En clase, los profesores mostrarán algunas ideas clave, definiciones y pruebas simples. Lo que debe hacer el alumno es utilizar esos componentes básicos y ver qué otras problemáticas podemos desbloquear con su ayuda.

Si tenemos que elegir una fórmula concreta aprendida en las clases de matemáticas para poder resolver un problema de nuestra vida diaria está claro que utilizaremos el uso de la lógica porque, desde luego, nos ofrece las herramientas adecuadas para ello. Con los pasos siguientes  será mucho más fácil de comprender:

1. Asegúrate de entender muy bien el problema antes de resolverlo. Esto es obvio pero muchas veces se pasa por alto, es decir, casi siempre vamos en busca de respuestas sin tener claro qué nos ocurre. Hay que prestar atención a los detalles y, en ocasiones, es complicado entender algo sin haber visto ciertos ejemplos parecidos. Esto es sencillo: si conoces a alguien que haya vivido una situación similar puedes acudir a su forma de resolver el problema para ver si puedes tomar el mismo recorrido.

2. Si crees que no puedes resolver el problema que tienes busca resolver un problema más simple. Para entender esto también hay un ejemplo: cuando los griegos necesitaban calcular la superficie de un disco o de un círculo, desconocían por completo cómo hacerlo. Lo que sí sabían era calcular las áreas de un cuadrado, así que dibujaron un cuadrado alrededor del círculo y luego otro dentro de él. A partir de ahí dividieron la diferencia. Este recorrido sirvió para calcular muchas otras áreas circulares.

3. También puedes hacer el camino contrario. Empieza por el resultado, aunque no sea sobre tu mismo problema. Si tal persona encontró tal respuesta a su problema, esa misma respuesta, ¿de dónde viene? o ¿qué significa? Haciendo el recorrido al revés y creando suposiciones simples puede hacer que llegues a la solución. Muchas veces, explicar cómo llegaste al resultado puede ser más significativo que el resultado en sí porque estarás haciendo el ejercicio de memorizar un camino para encontrar respuestas. En medio de todo el trabajo mental que ello supone irán apareciendo imágenes o ejemplos que —a veces por intuición— nos dan las soluciones que necesitamos.

Incluso practicar el hecho de escribir un problema, de transformarlo a una frase como las que leíamos en los libros de matemáticas, puede ser muy útil. Haz el ejercicio, escribe en un papel tu pregunta, tu duda o tu problema y luego pásalo a una frase construida, sácalo de la primera persona y apunta "tal tiene X problema...". Al hacerlo de esta manera puedes tomar una nueva perspectiva que te dé objetividad.

Otra de las maneras en las que puede ayudar el hecho de simplificar tu problema o el hecho de pasarlo a escrito es que otras personas podrán seguir su  estructura y entenderlo mejor incluso para darte su ayuda si no consigues dar tú mismx con una respuesta. 

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