¿Qué relación existe entre el cansancio y la ansiedad?

Cansancio y ansiedad no tienen por qué ir relacionados, pero se alimentan el uno al otro cuando se sostienen en el tiempo

Llega el fin de la jornada y sientes que no puedes más. Tus ojos se cierran y tu mente no acaba de proceder con claridad. De repente, un mal comentario de tu jefx te irrita más de lo común y te genera un estado de ansiedad excesivo. ¿Tendrá algo que ver una cosa con la otra? ¿Puede el cansancio facilitar la ansiedad y, al contrario, puede la ansiedad al cabo de un tiempo traducirse en cansancio?

Un artículo reciente de La Mente es Maravillosa ha analizado la relación entre estos dos factores. Definimos la ansiedad como una respuesta normal del cuerpo ante situaciones de estrés o peligro, un estado de alerta que se vuelve negativo cuando se torna crónico. Dolor en el pecho, dificultades para respirar, tensión muscular, sudores y palpitaciones son algunos de los síntomas.

El cansancio es una sensación de debilidad y falta de energía y el estrés, la falta de sueño o una mala alimentación puede provocarlo.

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Son, por tanto, cosas diferentes que no tienen por qué ir ligadas, pero cuando van de la mano, tienen una relación bidireccional. Cuando alguien está cansado, es más probable que experimente estrés y ansiedad y esto empeora el agotamiento. El insomnio crónico puede convertirse en el factor determinante que cronifique el círculo vicioso de estar cansado y ansioso, tal y como cuentan en la Revista de Neurología y rescatan en La Mente es Maravillosa.

La ansiedad, cuando se prolonga por más de seis meses, puede causar cansancio extremo o fatiga crónica, ya que la alerta constante es algo que agota. Los síntomas que pueden provocar este cansancio son la dificultad para concentrarse o recordar cosas, la tensión, la sensación de agotamiento constante con debilidad extrema, la irritabilidad con cambios de humor, dolores de cabeza, alteración de ciclos de sueño y vigilia e incluso problemas digestivos.

Podemos concluir, por tanto, que ansiedad y cansancio no tienen por qué ir de la mano y pueden existir el uno sin el otro, pero también que, sostenidos en el tiempo, se alimentan entre ellos.

¿Qué podemos hacer, entonces, para combatirlos cuando se convierten en un bucle destructivo? El ejercicio es, como hemos señalado en tantos otros problemas de salud mental, uno de los primeros antídotos que ayuda a minimizar la ansiedad y mejorar la calidad del sueño. Meditación y respiración profunda controlan la ansiedad y mejoran el descanso, mientras que reducir las cargas de trabajo y acudir a terapia son siempre opciones a tener en cuenta.