Qué es el trauma por traición y por qué es más común de lo que creemos

Las traiciones dejan unas secuelas más profundas de lo que te podrías imaginar

No se trata solo de una infidelidad. Puede que un familiar a quien confiaste un secreto te traicionó y lo compartió. O que un amigo intentó -o consiguió- besar a tu pareja y tardó meses o incluso años en contártelo. O un compañero de trabajo que le contó al jefe algo que quedaba entre vosotros y costó tu despido. Casi todo el mundo ha sufrido en algún momento de su vida alguna modalidad de traición. Y aunque a veces puede parecer algo común y sin importancia, deja secuelas y puede llegar a producir lo que se conoce como trauma por traición.

Enseguida te dirán que pases página, que no merece la pena prestar atención a quien te ha hecho daño, que no tiene importancia. Pero muchas veces no es así. No es fácil y no conviene mirar hacia otro lado. Esa herida, esa huella, hay que comprenderla primero, y sanarla después.

Explica el digital La Mente es Maravillosa que los seres humanos ya hemos construido nuestras redes de confianza como una necesidad para sobrevivir en nuestro entorno cotidiano. Rememora que el concepto fue acuñado por la académica Jennifer Freyd en 1994 y que en uno de sus libros desarrollaba cómo los niños que sufren maltrato no solo desarrollan traumas por esos malos tratos sino también por la traición que sus tutores cometen al faltar a su confianza.

Así, cuanta mayor dependencia del traidor en cuestión, mayor puede ser la herida. Las traiciones pueden ser familiares, institucionales (puedes sentir que te traiciona el estado, por ejemplo), románticas y entre amigxs, sobre todo. Y pueden llegar a ocasionar trastorno de estrés postraumático. En esos casos, es habitual experimentar ansiedad e incluso cuadros depresivos.

Instagram

Dificultades para relacionarse con otras personas

Los niños que sufren traumas por traición de sus cuidadores pueden llegar a desarrollar alexitimia, que es la dificultad de sentir emociones. Y hay también quien sufre experiencias de disociación, es decir la sensación de estar desconectadx de la realidad.

Problemas para establecer relaciones con otras personas, falta de confianza, e incluso trastornos de conducta alimentaria (TCA) o alteraciones físicas pueden llegar a estar vinculadas a estos traumas, según cuenta el digital basándose en bibliografía publicada.

A la hora de tratarlo, dejar espacio al dolor de la traición, describirlo y distinguir todas las emociones asociadas es un primer punto. La rabia, la tristeza, la ira, la frustración o la sorpresa pueden alternarse y es importante distinguir cada una para saber lo que se está sintiendo.

Por eso, la negación no es una buena opción. Por supuesto, el siguiente paso es buscar apoyo psicológico si estamos viviendo todas estas emociones y si sospechamos que existe un trauma.