Protégete de la autocompasión ajena antes de que te destruya

Cuando te instalas en ella como mecanismo para exagerar tus problemas y quedarte enterradx en ellos, se convierte en un enemigo desolador

La autocompasión es una de las sensaciones más desagradables y erosionantes que podemos experimentar. Como ya vimos en otro de nuestros artículos, en ocasiones se desvela como una forma amable de tratarnos a nosotros mismos ante nuestras frustraciones o fracasos. Sin embargo, cuando nos instalamos en ella como mecanismo para exagerar nuestros problemas y quedarnos enterrados en ellos, se convierte en un enemigo desolador. En palabras de Amy Morin, psicoterapeuta colaboradora del medio Psychology Today, "te quita la fuerza mental más rápidamente que casi cualquier otro mal hábito mental".

Y pongamos que tienes una persona cerca suscrita a la autocompasión permanente. Las probabilidades que hay de que esa persona te arrastre a las profundidades de su propia autocompasión son muy elevadas. Pero, como bien apunta Morin, "asistir a una fiesta de autocompasión no es una buena idea". No lo es por dos grandes motivos. El primero de ellos es tu salud mental. Al final del día solo tú eres responsable de cuidarte. Rodearte de personas atascadas en la autocompasión puede intoxicar tu propia estabilidad emocional. Y el segundo de ellos es su salud mental. No le haces ningún favor fomentando eso.

En palabras de la especialista, autora del ensayo Trece cosas que las personas mentalmente fuertes no hacen, "prestar un oído compasivo a alguien que está pasando por dificultades puede ser una de las cosas más ama que puedes hacer, pero asistir a su fiesta de autocompasión no es compasivo". ¿El motivo? Estás creando argumentos para que esa persona permanezca atrapada en esa sensación de miseria y victimismo. Y lo peor es que no tienes siquiera que decir nada: simplemente "aparecerte a escuchar envía el mensaje equivocado" a esa otra persona. El mensaje de que sus problemas son terribles y sin solución.

Y, oye, existen problemas sin solución. Pero incluso los problemas sin LA solución tienen OTRA solución. Un despido no puede revertirse, pero hay un panorama de posibilidades delante. Una ruptura puede ser firme y para siempre, pero el amor no reside en una única persona. Una enfermedad puede ser inevitable, pero hay maneras mejores de lidiar con ella y disfrutar del tiempo. La dinámica autocompasiva es una trampa porque lleva a las personas a no buscar soluciones. Todo parece estar perdido. Y dándoles cancha, aunque les ames, hace que puedas "convertirte en parte del problema, en lugar de ser parte de la solución".

Con esto no decimos que debas negar tus oídos o tus consejos a la gente que quieres. Simplemente se trata de identificar cuando alguien está en un bucle de autocompasión. Y Morin proporciona ciertas señales en ese mismo artículo para Psychology Today. Entre las más importantes, los discursos derrotistas donde no hay hueco para la esperanza o las soluciones, las quejas improductivas seguidas de la no acción o la historia de la mala suerte cuando claramente notas que está tomando malas decisiones. Ah, y esos consejos que das y que son tan mal recibidos. Tienes que establecer límites saludables. Por el bien mutuo.