Por qué deberías apuntar a un 80% de éxito en todo lo que haces

Reducir un 20% tus autoexigencias puede aumentar un 50% tu satisfacción en la vida

Durante toda tu vida te han bombardeado con mensajes del rollo "apunta siempre lo más alto posible". Tus padres, tus parejas y la sociedad en general te ha impulsado constantemente a ponerte metas muy ambiciosas. A alejarte de la mediocridad. A alcanzar el mayor éxito. La idea tiene un trasfondo positivo la mayoría de veces. Sin embargo, y aunque las intenciones son buenas, estos mensajes han estado haciéndote muchísimo daño. Fueron ellos quienes dieron vida a esa vocecita híper autocrítica que habita en tu cerebro.

Insatisfacción por la autoexigencia

En palabras del psiquiatra Alex Dimitriu en Psychology Today, y basándose en una Psychology Today llevada a cabo por científicxs alemanxs y publicada en The Journal of Behavioral Therapy an Experimental Psychiatry, "los procesos negativos de autoevaluación pueden estar asociados con conflictos intratables entre los objetivos inapropiadamente altos que uno mismo establece y las propias capacidades para desempeñarse". Los discursos hollywoodienses de que puedes ser el mejor en lo que te propongas son una fuente de insatisfacción.

De hecho, este conflicto entre la búsqueda de un éxito rotundo en lo que haces y la realidad "puede provocar problemas de salud mental como depresión, ansiedad y trastornos del estado de ánimo". Por eso, y aunque te resulte indigno por la educación tan pro-ambición que has recibido desde pequeñx, lxs expertxs de la psicología recomiendan reducir las expectativas de éxito. En concreto, del éxito rotundo del 100% a un éxito más moderado del 80%. La premisa es muy clara: "Necesitas esperar menos de ti mismx". Duele oírlo, ¿verdad?

Reduces la productividad, aumenta la felicidad

Pero es la liberación que te mereces. Según el propio Dimitriu, "la productividad reducida en un veinte por ciento a menudo conduce a un 50% más de felicidad". ¡Un 50%! Solo tienes que rebajar un poquito las expectativas, aflojar un poquito el puño con el que te presionas a ti mismx, y pasarás a estar mucho más satisfecho. Además, ese 80% no es necesariamente el final. Una vez lo consigues, si lo consigues, te puedes lanzar a por mejores resultados. La idea es que el éxito absoluto no sea el objetivo principal. Que te contentes con menos.

La cifra es solo una propuesta. Puedes bajar hasta el 70%. O hasta el 60%. Todo depende de la meta y de tus capacidades. Pregúntate en cada ocasión: ¿cuál es la cantidad justa de éxito que puedo pedirme a mí mismo en las condiciones actuales? Piensa en unx amigx, en unx hermanx o en tu pareja. Piensa en cómo serías mucho más realista con ellxs. Mucho más amable. Mucho menos exigente. Y empieza a tratarte con la misma empatía y con el mismo amor. No quieres pasarte la vida subiendo frustrantes Everest. Sé más humilde.