Las probabilidades de que alguna vez hayas hecho una chuleta para un examen, hayas mirado la respuesta a una pregunta del Trivial o hayas robado dinero de la banca del Monopoly de extranjis son bastante altas. Es un comportamiento bastante normal y lo sabes, por más que castigues a los demás cuando los pillas con las manos en la masa. Pero, obviamente, existen personas con mayor tendencia a hacer trampas que otras. Y, probablemente, como le ocurre a todo el mundo, pienses que son las personas perdedoras quienes suelen caer más en este comportamiento antisocial. Pero no. Son precisamente las personas más exitosas.
Así lo explica la especialista en estudios de juego de la Universidad de Concordia en Montreal, Mia Consalvo, en su ensayo ‘Haciendo trampas: cómo obtener ventajas en los videojuegos’. En su opinión, el motivo por el que hacemos trampas es que "ser bueno en un juego aporta prestigio social en un determinado grupo", tal como reflejan desde la BBC. Y los buenos jugadores tienen más prestigio y más estatus que mantener. El ansia por no perder lo ganado es superior al ansia por ganarlo por primera vez. Esto provoca que "los mejores jugadores sientan una necesidad mayor de hacer trampa que los peores jugadores". ¿Quién lo habría dicho?
Si eres la persona con más respuestas para las preguntas del Trivial, aquella que los demás miran flipando en plan "¿cómo puede saber tanto?" es mucho más probable que engañes. Triste pero cierto. Hay una reputación que proteger. Y no creas que esto queda limitado al mundo de los juegos. En realidad, y como ha demostrado el investigador de la Universidad de Ghelp en Ontario, Kerry Ritchie, en un estudio acerca de la enseñanza, "la mayoría de las trampas académicas las realizan estudiantes de alto rendimiento". En concreto, un 60% de los tramposos suelen obtener calificaciones del 8 para arriba. El fenómeno resulta innegable.
Pero la presión por mantener el estatus no es el único factor que aumenta las probabilidades de engañar. Un grupo de amigos muy tramposo también. Como indican desde el medio británico, "cuantos más amigos que hacen trampas tenga una persona, más probable es que él mismo las haga en el futuro". Una relación que se puede explicar de dos maneras diferentes. Por un lado, por la influencia social, dado que "las decisiones de nuestros amigos hacen que alteremos nuestro comportamiento". Por otro lado, la homofilia, es decir, el hecho que tendemos a buscar amigos que sean como nosotros. Estás en un grupo de tramposxs por algo.
Sin embargo, y antes de demonizar las trampas porque sí, es importante tener en cuenta que no siempre se materializan por motivaciones oscuras. "Cuando se juega solo, las trampas pueden reparar los estados de ánimo, aliviar el estrés y satisfacer necesidades psicológicas", apuntan desde la BBC. Además, a veces las trampas nacen del más puro aburrimiento, como cuando un juego es tremendamente anodino. En ese contexto, dice Consalvo, "los jugadores pueden mostrar su creatividad utilizando trampas para establecer nuevos límites". Por eso es más importante saber por qué haces lo que haces que lo que haces en sí.