Tu vida está orientada hacia lo macro. No es culpa tuya. No tomaste tú la decisión. La sociedad al completo, tal y como está configurada, te enseñó a vivir de esta manera desde el mismo momento en que entraste en el mundo entre sollozos. Y no has conocido otra cosa: una persecución interminable de más. De más dinero, de más propiedades, de más parejas sexuales, de más amigos, de más experiencias, de más todo. Y cuando lo alcanzas, cuando ese más está en tu poder, se reactiva nuevamente el ciclo. Otra vez quieres más. ¿Nunca has pensado en la locura que es todo eso? El especialista culpa, sí.
"Veía la vida como un pozo sin fondo del que sacar agua, o como un buffet libre que ofrecía una cantidad potencial ilimitada de placeres para disfrutar. Acumulé una gran colección de cosas. Acumulé una gran colección de personas con las que pasar el tiempo. Busqué aumentar mis activos materiales y experienciales para hacer crecer mi cartera existencial. La vida era cuestión de volumen y cantidad". Y, sin embargo, no sentía la dicha prometida. La carrera por obtener más, la vida orientada a lo macro, era efectivamente un pozo, pero uno de desdicha e insatisfacción. Por eso comenzó a practicar la simplicidad voluntaria.
Menos de todo, menos problemas
Pero una simplicidad integral. Es bastante habitual oír hablar del minimalismo material, de cómo comprar y tener más cosas no nos hace más felices. Pero el ansia por las experiencias sigue estando ahí. Muy poquitas personas apuestan por vivir una vida más sencilla. Nadie te dice que tener menos planes grandilocuentes de viaje, inmersión con tiburones, exposición a obras artísticas o retiros de silencio también es bueno. Que esa ansiedad que sufres constantemente es fruto de la presión por vivir una vida llena de esas cosas. Que no es necesario tirarse en paracaídas y hacer packrafting para aprovechar la existencia.
Y lo mismo pasa con las personas. ¿De verdad necesitas ampliar tus vínculos sin cesar? En palabras de Samuel, "reducir el embudo en lugar de expandirlo permanentemente me ha llevado a un sentido de la realidad más destilado: me concentro en el puñado de personas en mi vida que realmente importan". Con este enfoque, "una transición de una macroorientación de la vida a una microorientación", desaparece ese runrún dentro de tu cabeza que te dice que ahí afuera hay gente incluso más maravillosa que la que ya tienes a tu lado y que debes salir a buscarla. El mundo te ha programado para ser insaciable. Pero tiene remedio.
Más sostenible para todxs
Probablemente no lo alcances todavía. Según el propio Samuel, la actitud macro está muy arraigada durante los 20, los 30 y hasta los 40 años. Es después cuando comenzarás a depurarte y a empezar a priorizar lo bueno sobre lo mucho. Al fin y al cabo, dice, "en un nivel mayor, querer cada vez más es una propuesta insostenible, ya sea hablando del planeta o de un individuo". En efecto, el consumismo voraz de productos, de personas y de experiencias no impacta únicamente sobre la felicidad individual, sino sobre el mundo entero. Así que lo más responsable que puedes hacer por ti y por la Tierra es comenzar a pensar en micro.