Hasta donde se sabe, el homo sapiens es la única criatura sobre la Tierra que practica el arte. Nadie ha visto jamás a un oso hormiguero utilizar sus patitas para crear una figura concreta que transmita sensaciones a la fauna salvaje con la que convive. Tampoco se han descubierto calamares que empleen su tinta para elaborar cuadros submarinos. Hace unos decenas de miles de años, tus primxs los arte también pintaban las cuevas para expresar y trascender a la vida, pero hoy estamos solos. Perteneces a una especie vinculada al arte de una manera única y muy profunda. Tan profunda que podría hacerte enfermar.
Bonita, pero una enfermedad
Eso es esencialmente el síndrome de Stendhal: un trastorno psicosomático caracterizado por palpitaciones, mareos, temblores, confusión, despersonalización e incluso alucinaciones al exponerte a obras de arte de muchísima belleza. No lo ves venir. No lo puedes evitar. Te sitúas ante la Bóveda de la Capilla Sixtina, pintada en el siglo XVI por Miguel Ángel, o ante El nacimiento de Venus de Botticelli, y comienzas a sentirte muy mal, como si el mundo no tuviera sentido, no supieras quién eres y tu cuerpo estuviera a punto de explorar. Todo tu ser reacciona ante una maravilla insoportable. La belleza convertida en un puñal.
Es imposible conocer cuántas personas experimentaron este terrible viaje antes de 1817. Probablemente fueron muchísimas. Pero fue entonces cuando el escritor francés Marie-Henri Beyle, conocido como Stendhal, viajó a Florencia para disfrutar de su arte y padeció este fenómeno psicosomático tan humano. En concreto, dicen sus escritos, "experimentaba una especie de éxtasis por la idea de estar en Florencia, me sobrecogió una feroz palpitación del corazón, el manantial de la vida se secó dentro de mí y caminaba con el miedo constante de caer al suelo". De pronto apenas podía tenerse en pie. Le temblaban hasta las ideas.
Similar a un ataque de pánico
Sin embargo, no sería hasta el año 1989 cuando un especialista, en este caso la psiquiatra italiana Graziella Magherini, describiría el trastorno clínicamente como "ataques de pánico causados por el impacto psicológico de una gran obra maestra y de viajar", según cuentan desde la BBC. Desde entonces, y como informa en el mismo medio británico Simoneta Brandolini d'Adda, presidenta de la organización Amigos de Florencia, este síndrome "ocurre generalmente 10 o 20 veces al año en ciertas personas que son muy sensibles y que han estado esperando toda su vida para venir a la Toscana". La región es artísticamente sublime.
Pero eso no significa que el síndrome de Stendhal solo tenga lugar en Florencia. Es bastante complicado que te pase viendo un episodio de Netflix o escuchando una canción en tendencias en Youtube, pero hay cientos de obras de arte repartidas por todo el planeta que podrían provocártelo. En cualquier caso, lxs psicólogxs aún no tienen claro qué ocurre exactamente en tu cabeza durante estos episodios. Algunxs incluso han especulado con la posibilidad de que simplemente sea claustrofobia o agorafobia. Podría no existir de modo diferenciado. Sea como sea, seguro que la aventura merece la pena. El arte siempre compensa.