Debió haber un periodo de decenas de miles de años en que llorar fuera la cosa más normal del mundo. Luego, por extraños devenires del destino, la mayoría de sociedades humanas fue desarrollando una relación tóxica con el llanto. Se convirtió en una supuesta demostración de fragilidad emocional, en una prueba de la personalidad débil, en un acontecimiento socialmente vergonzoso. Las mujeres y, sobre todo, los hombres, comenzaron a reprimir sus lágrimas. Y así se privaron de una de las formas más potentes de autocuidado.
Llorar te libera
Porque eso es lo que es. O al menos eso piensa la terapeuta estadounidense Aimee Daramus, especializada en trastornos como el trauma, la depresión o la ansiedad. En un artículo para el medio digital Poosh, asegura que "llorar te ayuda a expresar las emociones de una manera segura", motivo por el cual contribuye a "liberar la presión interna". Una presión que puede pasarle factura a tu cerebro, a tu organismo y finalmente a tu salud mental. No importa si las emociones son de ira, de tristeza o de alegría. Llorar despresuriza.
Te hace ser más autenticx
Y no solo eso. Según la propia Daramus, un buen llanto "también puede ayudarte a ser emocionalmente más auténtico". Primero, contigo mismx. Cuando te entregas a las lágrimas estás dejando de contenerte, estás dejando de negar tus sentimientos, estás fluyendo con lo que sea que haya dentro de ti. Y, segundo, con los demás. Y eso es lo más difícil. Pese a los avances en materia de concienciación psicológica, llorar sigue siendo percibido y autopercibido como un síntoma de debilidad. Por eso prefieres fingir que estás bien.
Pero las consecuencias de esta autorrepresión son notables. En palabras de Daramus, "cuando alguien te ve llorar y trata esa emoción como si fuera importante, te ayuda a sentir que todo de ti es aceptable, no solo las partes buenas y socialmente aceptables de ti". Esto, por un lado, te proporciona un consuelo significativo. Automáticamente te sientes mejor. Y, por otro lado, refuerza vuestra conexión humana. Las personas que lloran juntas tienen relaciones más profundas. Os unís cuando las barreras están bajadas.
Te une con el resto
En ese sentido, el autocuidado del llanto se convierte en cuidado mutuo cuando compartes esa parte de ti. Sin embargo, dice la experta, hay que tener mucho cuidado con la elección de las personas a las que le mostrarás tus lágrimas. "Si es posible, no muestres vulnerabilidad ante personas que no la respetarán". Se aprovecharán de ella. ¿Y si no conoces a nadie con quien desahogarte con garantías de seguridad? En ese caso, "podría ser el momento de buscar nuevos amigos o tal vez unx terapeuta".