Una línea separa la autodefensa de la agresión. Y en estos tiempos de crecimiento personal, en los que todo el mundo está asimilando la importancia de autoprotegerse, de decir que no, de reclamar responsabilidad afectiva en lxs demás, ocurre que algunas personas pierden el norte y terminan penetrando en la dimensión del ataque. Y obviamente ese no es el camino: el viejo lema de “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti” suele funcionar bastante bien como brújula moral. En concreto, cuenta la psicoterapeuta Terri Cole en un artículo en Poosh, mucha gente está confundiendo los conceptos de “poner barreras” y “lanzar ultimátums”.
Pero las diferencias son abismales. Según la propia especialista, “los límites generalmente se consideran saludables y necesarios” puesto que “ayudan a mantener el respeto por uno mismo y la integridad al promover la comprensión y el respeto mutuo”. Eres tú contándole al mundo, o a alguien en concreto, lo que te parece bien y lo que no te parece bien dentro de las interacciones sociales. Son claves porque hacen que lxs demás no actúen contigo de manera que te sientas incómodx, violenteadx o menospreciadx. Las personas que no establecen barreras, o que no las comunican debidamente, suelen vivir relaciones desiguales en las que se llevan la peor parte.
Los ultimátums, por su parte, son mensajes coercitivos y controladores con una carga claramente amenazante y manipuladora. Mientras que la barrera es un “oye, por ahí no vayas”, el ultimátum es un “tú, o paras o te dejo”. No solo es diferente en el fondo, pues las emociones de las que se rodea cada uno de estos mensajes son muy distintas -la barrera de amor propio y seguridad, el ultimátum de rabia y agresividad-, sino también en la forma. En palabras de Cole, “la redacción, el tono y el contexto influyen en cómo se recibe e interpreta la declaración, ya sea como un límite o como un ultimátum”. Generalmente una barrera es establecida desde la calma.
No obstante, y según la psicoterapeuta, el ultimátum no es un arma que debas descartar terminantemente. “Por lo general, un ultimátum es la última solicitud de una larga lista de solicitudes para cambiar el comportamiento”. Estableciste unas barreras. Se traspasaron y dejaste claro que no eran negociables. Que de verdad debían ser respetadas. Y finalmente, cuando viste que la otra persona no se adaptaba a ellas, usaste el ultimátum. Esa sí es una buena manera de utilizarlo. Por el contrario, prescindir de las barreras y soltar rápida y promiscuamente todo tipo de ultimátums dice muy poco de tu paciencia. Estás buscando el atajo. No das margen a la adaptación.