Estás teniendo una conversación sobre feminismo. Habláis de lo inseguras que os habéis sentido en las calles de noche, lo poco fiable que es para muchas salir de noche y te responden desde la otra punta de la mesa: “¡esto se soluciona con esterilización!”. Ya está. Tu cuñado ha resuelto todos los problemas con una sola respuesta. O cuando te pones a hablar de algo de tu trabajo y él te garantiza que tiene la solución. Una tan obvia como inesperada. ¿Que eres arquitecto y hubo un problema de construcción? “Pon más columnas”. ¿Que eres arqueólogo y vas a Egipto? “¿Sabías que es imposible haber construido las pirámides con la tecnología humana? Quizá deberías investigarlo”, te asegura.
La explicación a esta “lucidez cuñadil” que todo lo sabe es el efecto Dunning-Kruger, un nombre prestado de los dos académicos que lo teorizaron. El estudio, como recoge un artículo de eldiario.es, se elaboró en 1999 y se titulaba, de forma muy descriptiva, “Ineptos y sin saberlo: cómo la dificultad para reconocer la propia incompetencia lleva a ideas infladas de uno mismo”.
Es decir, el efecto Dunning-Kruger es “un sesgo cognitivo que hace a la gente pensar que saben mucho más de lo que realmente saben”, explica el artículo. Además, se puede medir la evolución de este efecto. Es decir, cuando no sabes nada, sabes que no tienes ni idea. Sin embargo, cuando tienes un leve conocimiento se activa y te hace pensar que sabes todo lo que hay que saber, dispuesto a defenderlo con soberbia y ego. Es lo que se conoce como “el pico de la estupidez”, cuya personificación es, probablemente, Donald Trump, que asegura que siempre sabe más de todo que todos los demás.
Después de este pico donde los cuñados se coronan, la curva cae en picado: empiezas a investigar y te das cuenta que te queda muchísimo por aprender. Te pones en modo Sócatres, “solo sé que no sé nada” y aunque tienes conocimientos te autoconvences de que no sabes nada. Es, según la teoría, el “valle de la desesperación”. Lo que viene después es el “camino de la iluminación”, cuando sigues estudiando y te das cuenta que, poco a poco, estás convirtiéndote en un especialista en ese campo.
Según el estudio, el Dunning-Kruger nos afecta a todos. Es decir, el hablar sin saber y el creer que eres un experto no es solo monopolio del pesao de tu cuñado. Tú también lo haces. Lo único que pasa más percibido porque no te das cuenta cuando lo haces. “El efecto Dunning-Kruger parece ser una característica del cerebro humano. Nos gusta extraer conclusiones con pocos datos, porque nos hace la vida más fácil. Esto quiere decir que todos en mayor o menor medida lo sufrimos”, añade el artículo.
El problema de esto es que, en plena época de las fake news, los medios quedan sin credibilidad y pensamos que los expertos tienen intereses ocultos y que no nos debemos fiar. Así pues, te crees legitimado a rebatir cualquier argumento porque leíste algo o te contaron algo. Toca darnos cuenta cada vez que caemos en estos errores, admitiendo que nosotros también tenemos momentos cuñadiles y que podemos pensar que tenemos más idea de la que tenemos. Escuchar, leer e informarnos es nuestra obligación cuando, inevitablemente, estemos teniendo un momento así.