Por qué es tan difícil tener ideas geniales después de esta edad

En el mundo científico existe la creencia de que los genios deberían desarrollar sus grandes teorías antes de los 30 años y Albert Einstein tiene mucha culpa de ello

Albert Einstein contribuyó a crear una nueva concepción del Universo. Gracias a él, entendimos la estrecha relación existente entre tiempo y espacio o cómo la gravedad modifica todo a su alrededor, incluida la luz. Pero el genio alemán también ayudó a establecer algunas ideas equivocadas en el imaginario colectivo y una de las más conocidas es que si no has hecho nada brillante antes de los 30 años, jamás lo harás. Para ello se basó en el ejemplo más clásico posible: Sir Isaac Newton que ya había revolucionado la física antes de los 25 años de edad y casi todos los principios de la física cuántica fue desarrollada por científicos de menos de 30 años. 

Esta visión de que el cerebro, o mejor dicho la genialidad, tiene una edad precisa en la que debe hacer su aparición está más arraigada de lo que nos parece. Y en cierta manera, condiciona a los científicos incluso hoy día aunque muchos sepan que esta idea tiene mucho más de mito que de realidad. En un artículo de la BBC, el economista de la Universidad Northwestern, Ben Jones, desmiente completamente esta creencia basándose en la edad media de los premios Nobel. “El promedio está en la mediana edad, entre fines de los 30 años y principios de los 40”, asegura el investigador sobre la edad en la que los científicos son más prolíficos añadiendo que, en concreto, la edad media para ganar el Nobel son 55 años. 

Por su parte, la neurocientífica de la Universidad Goldsmiths en Londres, Caroline di Bernardi, explica que no es cierto que nos volvamos menos brillantes con la edad: “Se ha demostrado que con la edad las respuestas a los estímulos son más lentas, pero esto no significa que tu cerebro se vuelva más lento”. Pero la clave al enigma de los genios de la ciencia menores de 30 años parece aportarla con mayor claridad el profesor de Historia y Filosofía en la Universidad de Cambridge, Simon Schaffer. “Durante muchos siglos, la autoridad aumentaba con la edad”, asegura dando a entender que no es que las ideas surjan más tarde, es que normalmente necesitaban tiempo para su desarrollo y para que su propio ideólogo tuviera la consideración para ser escuchado.

"Si tomamos el ejemplo de Copérnico vemos que sus grandes hallazgos en astronomía, como el argumento de que la Tierra órbita el Sol, todas esas ideas surgieron en su mediana edad. Las publicó hasta que ya era muy mayor. Este fue un hombre de edad, que se dedicó a pensar larga y profundamente, mantuvo sus opiniones privadas y las publicó cuando estaba al borde de la muerte”, explica Schaffer. ¿Significa esto que es verdad que las mejores ideas aparecen de joven? No necesariamente, más bien significa que los jóvenes tienen más predisposición a romper con las ideas establecidas en muchos casos debido a la ingenuidad o a que no has desarrollado un compromiso con ellas.

Pero para llegar a que tus ideas innovadoras lleguen a cuajar se necesita también la experiencia y el prestigio para defenderlas e implementarlas. “Debe existir un equilibrio: si tienes mucha experiencia, estás demasiado involucrado. Si tienes muy poca experiencia, no sabes dónde atacar”, sentencia el profesor. La conclusión es tan compleja como realista y es que para pasar a la consideración de genio por un trabajo científico se requieren muchos ingredientes que son mucho más complejos de combinar a una temprana edad. Así que quizá sea cierto que las ideas más rompedoras llegan en los primeros años de carrera científica, sin embargo, que estas lleguen a algo requieren tiempo, experiencia y habilidad.

Y sí, quizá haya ocasiones en las que los astros se alineen para que un joven revolucione la ciencia, pero estadísticamente siempre será mucho menos probable que al final sea reconocido alguien que le ha dedicado 20 o 30 años a su idea. Porque, al final, la imaginación y la ambición son solo una parte más del cóctel que se necesita para que en algún momento alguien te ponga la etiqueta de “genio”. Así que no te obsesiones con hacer algo grande antes de los 30 porque lo más probable es que o no lo consigas o que nadie esté dispuesto a reconocértelo. Por lo que mejor tomárselo con calma y hacer tu camino porque no hace falta ser un genio o sentirse reconocido para estar satisfechx de tus logros. Y si algún día llega el reconocimiento, bienvenido sea.