La vida tiene sus maldades. Sus desajustes crueles. Sus frustrantes errores. Y que las mejores ideas que tienes a lo largo del día aparezcan cuando estás en la ducha, el único espacio de tu existencia en el que no tienes a mano un teléfono móvil, es uno de ellos. Porque en gran parte de las ocasiones saltas a otra cosa, olvidas esa ocurrencia tan genial y vuelves a tu mundo con las manos vacías. No es justo. Para nada. Y tiene sentido que te preguntes por qué: ¿por qué tienes esa inusitada brillantez creativa cuando estás bajo la alcachofa?
Una investigación psicológica realizada recientemente en la Universidad de Virginia, en los Estados Unidos, parece tener la solución. Para sus autores, la clave reside en la naturaleza de la ducha como tarea: "ni demasiado servil para desconectar el cerebro por completo ni demasiado difícil para ocupar demasiado espacio de procesamiento". Es en esa ubicación fronteriza privilegiada, en ese estado de hacer pero no hacer demasiado, en lo que la ducha se convierte en la super generadora de ideas imaginativas e innovadoras que es.
Desconectas, pero no mucho
Aunque no es una propiedad única de las duchas. Los investigadores mostraron a un grupo de participantes una serie de vídeos y les pidieron que mientras tanto idearan soluciones creativas a diferentes problemas. Así descubrieron que los vídeos muy aburridos, aquellos que hacían que la gente apagara sus mentes, no incentivaban para nada la creatividad. Tampoco aquellos que les atrapaban y les exigían demasiada atención cognitiva. Fueron los vídeos moderadamente atractivos los que más intensamente impulsaban la creatividad.
Como explican desde Gizmodo, medio que se hace eco de este estudio, "los resultados demostraron que era más beneficioso para la creatividad hacer algo que involucre un poco al cerebro, a diferencia de algo en lo que no tienes ningún interés". Y las duchas cumplen exactamente ese papel. No estás metido en un vídeo de Youtube. No estás perdido en una conversación de Whatsapp. No estás currando en una presentación. Estás tranquilx, pero con una pequeña activación para poder enjabonarte, frotarte y enjuagarte. Es el equilibrio perfecto.
Un equilibrio en el que también se sitúan otras actividades cotidianas como dar un paseo. ¿No has escuchado nunca aquello de que caminar es la mejor manera de pensar? Pues analízalo: es asimismo una tarea que requiere un mínimo de atención para no tropezar con un escalón, para no cruzar la calle con el semáforo en rojo o para no chocarte con nadie, pero la mayor parte de los recursos cognitivos de tu cerebro están libres en ese momento. Así que ya sabes: si quieres soluciones, ten papel y boli cerca de la ducha. Aprovéchalo.