Fui a una constelación familiar para entender cómo un grupo de desconocidos te ayuda a superar un trauma

Esta metodología surgida en los años noventa se utiliza como terapia grupal para trabajar desde cuestiones familiares, laborales o de crecimiento personal

Entro en una sala. Aún no huele a nada pero pronto se llenará de palo santo. Son las diez de la mañana de un sábado cualquiera, solo que no es un sábado como cualquier otro. Estoy a punto de asistir a una constelación familiar, una terapia que se realiza en grupo y a través de la cual se puede averiguar el origen de relaciones traumáticas, sentimientos paralizantes o actitudes destructivas. El funcionamiento es que hay un terapeuta o constelador y un grupo de personas que no se conocen entre las que hay algunas que constelarán, es decir que pedirán que se represente un aspecto de su vida una relación disfuncional con el padre, una situación económica, una fobia, etc y otras personas representarán, generalmente con gran precisión, cómo es esa situación y por qué, aunque no hayan visto en su vida a la persona que está constelando.

Para poder entender cómo es esto posible, unos días antes quedé para tomar un café con Ma. Àngels Herrero, profesional del Bienestar y del Desarrollo personal, que al final de la entrevista me invitó a ver con mis propios ojos y a experimentar en mi cuerpo lo que es una constelación. Me explica que "lo que nos está sucediendo ahora, guarda relación con un evento pasado, ya sea propio o familiar, y que sin nosotros saberlo, sigue operando en nuestro inconsciente y nos arrastra e involucra en circunstancias desfavorables”.

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En busca del origen

Las constelaciones tienen un origen. Su desarrollador principal y quien acuñó en 1990 el nombre de la metodología fue Bert Hellinger. Se formó en terapia familiar y en terapia de grupos. Estuvo muchos años como misionero en África y esto le dio una amplia capacidad de observación a nivel de qué aspectos funcionaban en los grupos familias o comunidades y cuándo el amor fluía y cuándo se veía roto. A partir de esto pudo observar que había unas leyes 'no dichas', unas leyes energéticas que, al estar ordenadas, conseguían que el amor fluyera y cuando se transgredían determinados órdenes, surgían bloqueos y conflictos. En la sala en la que estoy hay otras 11 personas que también vienen a participar en la constelación familiar. No las conozco de nada y creo que eso me permitirá ser yo misma durante el transcurso de lo que vaya a suceder a continuación.

La estructura de una constelación es más bien sencilla pero, según lo que me explica Ma. Àngels, esto depende de cada facilitador la persona que va guiando la constelación: “Hay quien requiere entrevista previa, es decir, hablas con ellos y les cuentas qué es lo que quieres trabajar o resolver en la constelación. En mi caso, trabajo sin entrevista previa. Tengo que mantenerme neutra para poder operar bien, cuanto más escuche y más sepa con anterioridad, más me estará invitando la persona a que me aleje de mi neutralidad”. De manera que cuando una de las personas del grupo se sienta a su lado, Ma. Àngels no sabe lo que va a querer trabajar.

Entrando en el proceso

Desde este punto de partida, “la persona que va a constelar debe hacer una petición, en ella se solicita que se explique lo que quiere resolver y se utiliza la analogía del tuit: que lo expliquen con la extensión que tiene un tuit, no una página ni un folio entero”, relata Ma. Àngels y prosigue: “Las peticiones pueden ser de cualquier tipo: resolver la relación con los padres, un problema de insomnio, un problema de dinero, algo de parejas, etc.”. A partir de aquí cada terapeuta puede variar la técnica, pero la más habitual es que le pide que elija entre los presentes quién representará a los 'protagonistas' de su situación. Pueden ser personas, pero también conceptos abstractos como la tristeza, el dinero o la sexualidad, según considere necesario. 

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Si quisieras trabajar una relación traumática con la madre, pondrías a un representante para la madre y otro para ti y te sentarías a ver qué escena sale. Los representantes, una vez que se posicionan, harán lo que sientan, se moverán como quieran y eso irá mostrando cosas. No es que sea una improvisación teatral, al principio todo el mundo está en silencio y poco a poco empieza a sentir, y si tiene ganas de desplazarse, de dar la espalda a la otra persona, de tumbarse... cualquier cosa puede pasar. 

"¿Y si no siento nada?", me corroe la duda cuando me eligen por primera vez como representante. Pero a medida que pasa el tiempo empiezo a conectar con lo que está sucediendo en el centro de la sala y a sentir rechazo o apego hacia personas que hace unos segundos me resultaban completamente neutras. 'Siento fuerza o debilidad, me quiero ir, me quiero acercar, quiero mirar o no'... es lo que digo y escucho decir a mis compañeros este sábado por la mañana. Las palabras no suelen ser bienvenidas más que cuando pregunta el facilitador para evitar que se interprete con la mente y los gestos son lentos por ello una sola constelación puede llegar a durar horas.

La terapeuta me pide que no explique las situaciones que cada persona ha venido a trabajar para preservar su identidad, pero en una sesión, después de ver representado lo que ya sabes, se empiezan a generar movimientos. En el caso de la relación con la madre, se puede introducir al padre para ver cuál es la situación con él, o la abuela, para ver si es un patrón que se repite y también se busca el origen —una herida emocional no curada, un duelo sin gestionar, etc— que pueden ser traumas de generaciones anteriores.

Pero todavía me queda una duda: ¿cómo es posible que dos desconocidos puedan sentir y representar la relación que tienes con tu madre y que a ti se te salten las lágrimas de ver reproducido el rechazo que también sientes en la vida real? "La hipótesis en la que se sustenta son los campos morfogenéticos de Rupert Sheldrake", me cuenta Ma. Àngels, y dice que "es el que explicaría que existe un campo de información en que presente, pasado e incluso probabilidades están contenidas. Entonces con la actitud y la intención adecuada ese campo de información se abre". Una especie de subconsciente colectivo que recuerda al campo cuántico descrito por la física que dice que todos estamos unidos.

La paz después de la tormenta

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Ahora el olor a palo santo está por toda la sala. Ma. Àngels lo ha encendido para que las energías que se han canalizado a través de los representantes desaparezcan y nadie se 'lleve a casa' ninguna sensación con la que no llegó. Antes de vivir una constelación en carne propia, lo había escuchado por amigos cercanos y ahora puedo decir abiertamente que no existe línea de comparación. Y, aunque mi trabajo sea explicar las cosas, en este caso es imprescindible experimentarlo para poder opinar.

Hay algo que está por encima, por detrás o en algún punto de nuestra historia que nos mueve internamente y que, cuando sale de nosotros, cuando se expone y se fusiona con los demás surge un equilibrio que nos sana o que, al menos, nos deja ver con claridad cuál es el origen de nuestro dolor, de nuestra duda o de nuestro desasosiego. Porque aunque no hayas conseguido entender en profundidad qué es una constelación familiar, debes saber que lo que sea que te hace flaquear en tu vida, tiene un principio y puede tener un fin.