Consejos para llevar mejor el síndrome (o bajona) postvacacional

Se acaba el verano y la apatía o el decaimiento pueden aparecer con el síndrome postvacacional 

Después de la tormenta siempre llega la calma, después de la fiesta, la resaca, y después de las vacaciones, la bajona. Lo llaman síndrome postvacacional y tiene hasta su artículo en Wikipedia. Vienes de lo mejor del año: la playita, las fiestas rebajadas por la pandemia, eso sí, los viajecitos, los amores de verano…Y te toca inmediatamente después uno de los peores momentos del año: aguantar a tu jefe, intentar llegar a todo, echar aquel rato de más para acabar una entrega que nadie te paga, las quejas de los clientes…Y a eso súmale ahora la carga acumulada por la pandemia: ERTEs, menos facturación, distancias, mascarillas, las ganas de pegarte una fiesta...

Un estudio de la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Catalunya AIFiCC, calcula que afecta al 65% de los adultos. El 20% se recupera en dos días y a un 35% le podría tardar hasta dos semanas en desaparecer. Afecta más a las mujeres y también pueden arrastrarlo los niños en la vuelta al cole.

Lo bueno es que el síndrome postvacacional se pasa y que no se puede considerar ni mucho menos una enfermedad. Lo malo, que puedes estar entre unos días y unas semanas con bajo estado de ánimo, decaimiento, apatía, ansiedad, falta de energía, sensación de hastío o la percepción de que ahora ya eres incapaz de adaptarte de nuevo al entorno laboral, advierten webs médicas como la de una enfermedad.

En su versión más grave, los síntomas permanecen más tiempo y en algún caso la vuelta a la rutina llega a causar estrés agudo, con su malestar, su ansiedad o su depresión, palpitaciones, sudoración, hiperventilación, taquicardias, temblores, cambios de humor…Si la cosa se pone fea mejor ve al médico porque a lo mejor lo que arrastras son otros problemillas de salud mental que se te acentúan. Pero si no, que es lo más probable, hay algunos consejos que te pueden ayudar a sobrellevar esa vuelta a la rutina que tantas veces cuesta horrores. 

Uno de los trucos más importantes para amortiguar el golpe de realidad es reservar unos días de vacaciones para empezar a volver a las rutinas, o sea que si has tenido la suerte de irte por ahí de viaje, vuelves un par de días antes y vas mentalizándote de lo que te toca con la calma. Si puedes, incluso, empieza a adaptar tus horarios a los del trabajo, menos trasnochar y más levantarse temprano. 

Una vez estás ya en el ajo del trabajo, es importante que te programes bien las funciones adaptándolas a la energía y el humor que tengas. No vuelvas al curro bruscamente, sino poco a poco, ve digiriendo poco a poco que se te ha acabado el chollo mientras respondes un par o tres de mails sin la velocidad supersónica a la que estás acostumbradx. Empieza por los trabajos más agradables y ve dejando para el final lo más durillo. 

Tomarse con calma la vuelta a la rutina, no llevarse trabajo a casa y aprovechar los descansos para hacer actividades agradables suele funcionar. Dile a aquel compañero de trabajo de ir a comer un mediodía por ahí a una terraza y disfruta de las cosas buenas de tu trabajo. Y cuando salgas, las cervecitas con los amigos o el deporte siempre ayudan. 

Aunque lo del deporte, como los otros consejos que vienen a continuación, sirven tanto para el síndrome postvacacional como para cualquier otro momento del año en el que te dé un poco de estrés: dedica tiempo a relajarte, duerme tus ocho horas diarias de manera regular y practica la relajación, concentrándote en la respiración, en el aquí, y en el ahora. Y el último consejo: recuerda que llevas años currando y que a todo se acostumbra uno, que en unas semanitas apenas te acordarás del verano. Para bien o para mal. Y una cosa más: en la oficina, mascarilla o distancia.