Eres responsable de los amigxs que tienes a tu alrededor. Y también de las parejas con las que compartes tu vida. Pero hay relaciones que no puedes elegir: son una lotería. Es el caso de tu padres, de tus hermanxs y de tu jefx. Y cuando te toca uno especialmente egoísta, uno "que quiere atribuirse el mérito de cada logro", que necesita que constantemente le surtan de halagos y le inflen el ego, que te llena la agenda de caprichos absurdos que te revientan la moral y que, en definitiva, no te trata como debería, es normal que a veces sientas que vas a explotar y liarla parda. Es una mierda, pero puedes aprender a lidiar con ello.
Primero: la comprensión
Así lo cree Susan Krauss, profesora emérita de ciencias psicológicas y cerebrales en la Universidad de Massachusetts Amherst. En un artículo para Psychology Today, esta especialista afirma que el paso fundamental para tener paciencia, reducir la intensidad del resentimiento y desactivar la ira, es la comprensión. En concreto, y según sus propias palabras, "comprender por qué tu jefe es egoísta, según los hallazgos, podría servir como una forma de neutralizar". Y tiene sentido. Porque si no sabes por qué actúa como actúa, probablemente te resulte imposible ponerle un poquito de empatía a la situación. Solo te quedará la rabia cruda.
En líneas generales, explica Krauss, la teoría de la atribución reconoce dos tipos de motivaciones para estos comportamientos tóxicos. Por un lado, problemas psicológicos o motivaciones internas muy arraigadas. Son muchas las personas que actúan desastrosamente por inseguridades y miedos. No es excusa, y desde luego no tienes que soportar un trato injusto en ningún caso. Pero quizás, solo quizás, te ayude entender que se trata del resultado de un mecanismo defensivo y no de una maldad pura. Incluso puede ayudarte a tender el puente adecuado entre ambos y que la relación mejore. Aunque es cosa de lxs dos.
La comunicación
Por otro lado, "que tu jefe se enfrente a la presión de sus jefes para producir más resultados a toda costa". El entramado jerárquico de una organización, especialmente cuando esta es muy grande e impersonal, tiene la capacidad de crear dinámicas muy frías y exigentes. Nuevamente, no es excusa, pero reconocer que tu jefx recibe una presión tremenda para alcanzar ciertos objetivos, que se encuentra inmerso en estrés y cortisol, quizás te aporte perspectiva. Algunas personas simplemente son idiotas, y no hay mucho más donde rascar, pero otras están desdibujadas por el contexto. Viene bien diferenciarlas.
Y esto no es algo que puedas conseguir con la mera observación. En este sentido, y como ocurre en realidad con cualquier otra clase de relación humana que tienes en tu vida, el único camino efectivo es abrir, cuidar y mantener la comunicación. Lógicamente, aquí se abren nuevamente dos puertas: que tu jefx sea lo suficientemente maduro y humilde para conversar, responder tus dudas y ayudarte a entender su toma de decisiones, o que sea tan soberbio que se niegue. En este caso, te queda acudir a otro superior y, si no existe, decidir si te sigue compensando ese curro. No te mereces ese trato y ya hiciste más que suficiente.