La ciencia destruye el mito de que sonreír te hace más feliz

Los últimos experimentos científicos demuestran que las teorías que defienden los gurús de la felicidad son un fraude

¿Has escuchado alguna vez eso de que sonreír, incluso forzadamente, puede ayudarte a levantar el ánimo? Pues no era una corazonada popular. En realidad, es una idea cuyo germen se encuentra en Charles Darwin, quien creía firmemente que la expresión física de las emociones podía dar lugar a las propias emociones. En 1980, y mediante un experimento en el que los participantes tenían que imitar una sonrisa, un psicólogo de la Universidad alemana de Würzburg, Fritz Strack, confirmó esta hipótesis de la retroalimentación facial. Una hipótesis psicológica que ha sobrevivido entre nosotros hasta hace muy poquito.

Porque una investigación llevada a cabo por diecisiete laboratorios científicos diferentes, de la que se hace eco la prestigiosa revista Live Science, acaba de demostrar que tal efecto no existe. En concreto, los autores replicaron minuciosamente el experimento original de 1980 con una amplia muestra de 1.894 participantes de diferentes países. Como ya hiciera Strack en los ochenta, pidieron a los participantes que sostuvieran un bolígrafo entre los dientes para forzar una sonrisa mientras veían una serie de dibujos animados: The Far Side, la misma que Strack empleó en su investigación original. Los resultados fueron distintos.

Como explicó a Live Science el líder de este experimento de replicación, Eric-Jan Wagenmarkers, "ninguno de los experimentos produjo un efecto estadísticamente confiable individualmente. En general, ese es el tipo de efectos que esperarías encontrar si trataras de replicar un efecto que no existe". Por esto era muy importante la colaboración de tantos laboratorios distintos y la participación de tantas personas. Porque un efecto como el supuesto efecto de retroalimentación facial necesita ser confirmado con una gran muestra de participantes. Es la única manera de confirmarlo con certeza. Y ha fracasado por completo.

Mientras tanto, Fritz Strack ha escrito un artículo científico criticando algunos de los métodos de los autores del nuevo experimento de replicación. Entre otras cosas, aseguró que los dibujos animados usados quizá no sean tan graciosos ahora como hace cuarenta años o que quizá las cámaras de la sala podrían haber creado una especie de cohibición en los participantes. Wagenmarkers rechaza ambos argumentos. En concreto, dijo que los capítulos seleccionados fueron probados como graciosos previamente. Aunque el tiempo avance, la realidad es que seguimos riéndonos de las mismas tonterías. Es la magia de la comedia.

En cuanto a la teoría de Strack de que las cámaras podían adulterar el resultado, Wagenmakers asegura que sentarse frente a un experimentador, como hicieron los participantes del experimento original, podría tener los mismos efectos. En concreto, aseguró que le "parecería extraordinario si este efecto desapareciera por completo debido al uso de cámaras en lugar de personas observando". Sea como sea, y pese a la resistencia de Strack, parece que aquello de forzarnos a sonreír cuando estamos tristes para ir mejorando el ánimo está lejos de ser útil. ¿Qué tal si nos permitimos estar tristes cuando estamos tristes? ¿Tan raro suena?