¿Alguna vez sientes que eres una persona horrible?

Es solo una creencia errónea interiorizada. Y puedes sacarle de tu cabeza

Lo piensas. Tienes momentos en los que no, pequeños instantes en los que te das un break a ti mismx, fogonazos de optimismo esporádicos en los que te autocontemplas como una persona hermosa, pero la mayor parte del tiempo, en el fondo de tu alma, te sientes horrible. Ves tus acciones egoístas. Ves tus inseguridades y la forma en las que respondes a ellas. Ves tus errores. Ves lo que tus acciones y tus objetivos dicen de tus valores. Y no te gustan nada. Tu yo real te parece repulsivo. Lo que no sabes, la clave de todo este asunto, es que probablemente no te creas horrible porque realmente lo seas, sino que lo eres porque primero te creíste que lo eras. ¿Extraño? Sí, pero muy cierto.

Así lo corroboran las palabras de Susan Krauss, profesora emérita de ciencias psicológicas y del cerebro en la Universidad de Massachusetts Amherst, en una publicación para el medio especializado Psychology Today: “Si crees que no vales nada y no eres amado, tu autoestima se verá afectada cuando algo realmente salga mal. No solo te sientes mal contigo mismo, sino que también participarás en comportamientos que empeorarán las cosas, lo que a su vez llevará a la confirmación de tus creencias fundamentales negativas”. Es lo que en psicología se conoce como ‘profecía autocumplida’. Si te repites a ti mismx que eres mala persona, ¿qué motivación tendrás para hacer lo correcto?

Aunque no todo es culpa tuya. Esas creencias iniciales que muchas veces desembocan en el cumplimiento de la profecía deben mucho a todos esos ácidos nucleicos que portas en tu organismo y que conocemos habitualmente como genes. No obstante, su influencia es limitada y parte de la responsabilidad de esas creencias está en el entorno en el que te crías. Como explica Krauss, “los principales determinantes de si las personas terminan en el lado alto o bajo de la ecuación de la autoestima son las experiencias interpersonales previas”. Si recibes el afecto que mereces, si te elogian cuando toca, seguramente desarrolles una autoestima sólida. Si no, te sentirás horrible sin razón.

¿Para siempre? No necesariamente. Según esta especialista, “reconocer la existencia de estas creencias sesgadas negativamente puede ser el primer paso para sentirse menos avergonzado o menos querido” cuando se comete un error. Debes recordarte a ti mismx que no estás siendo objetivo contigo, sino que son voces internas arraigadas desde tu infancia las que hablan en tu nombre dentro de tu cabeza. Además, y de manera complementaria, Krauss te anima a distinguir entre la percepción ajena y la propia. “Hay una diferencia entre la creencia de que “soy un fracaso” y la creencia de que “los demás me ven como un fracaso”. Porque no lo eres. Ni mucho menos horrible.