No es para nada extraño que durante las últimas décadas hayan llovido en occidente filosofías y prácticas originarias de los países orientales. Después de todo, funcionan perfectamente como escudo contra muchos de los principales problemas endémicos de las personas en este lado del mundo: prisas, estrés, desconexión del momento presente... En concreto, muchas de estas filosofías y prácticas provienen de Japón, el país con la mayor esperanza de vida de todo el planeta. Y esto quizás se deba a una herencia genética privilegiada o a una cultura gastronómica de lo más saludable, sí, pero tal vez también debido a unos conceptos vitales mucho más saludables que los imperantes aquí en Occidente.
Como el wabi-sabi, un concepto nipón que persigue la aceptación de la imperfección de la vida a través de la apreciación de los defectos como algo hermoso. O el oubaitori, que, según cuentan desde El Confidencial, “se basa en evitar compararse con los demás, teniendo claro que cada persona se desarrolla de manera diferente”. O el importantísimo gaman, cuya premisa clave lo conecta directamente con el estoicismo griego: afrontar las dificultades de la vida con la suficiente madurez emocional. A fin de cuentas, dichas dificultades terminan pasando y solo te queda en el recuerdo la manera en la que te comportaste cuando las cosas estaban difíciles. Es una cuestión de dignidad y amor propio.
Pero la cultura japonesa no solo tiene conceptos sabios para la relación con unx mismo: también para la relación con los demás. Omoiyari, por ejemplo, es uno que te invita a “preocuparte por las personas que te rodean”, a ser compasivo, a ser considerado, porque lograrás que tanto la vida de los demás como la tuya propia sean mejor. Mottainai, por su parte, defiende la valía de todo cuanto te rodea y te impele a mantenerte agradecido constantemente por ello. Eres más privilegiadx de lo que imaginas. Una idea que casa mucho con yuugen, un concepto que dice que “hay belleza más allá de lo que tus ojos ven” y que debes hacer un acto consciente para apreciarla. Ir más tranquilo por el mundo.
E ir también con la necesidad de controlarlo todo al milímetro desconectada, lo que lxs japoneses entienden como shitaka ga nai: “las cosas no siempre están bajo control, así que aprende a aceptarlo y a asumir que, igual que vienen, se van”. Aunque eso no quiere decir que no se deban hacer esfuerzos. Según el kaizen, debes “buscar lo mejor en todas las áreas de tu vida” y trabajar para conseguirlo, solo que teniendo en cuenta que el mundo puede tener otros planes para ti. Debes ser resiliente y adaptarte. Por último, desde Japón llega ikigai, que te motiva a la búsqueda de aquello que te emociona y se te da bien para convertirlo en tu profesión. Serás más feliz y le aportarás más a la sociedad.