Al contrario que en una relación sentimental, en la que cortamos y se san se acabó normalmente, con las amistades, el final no está tan definido y claro. ¿Cómo dirías a un amigo que ya no quieres ser su amigo? Normalmente las rupturas de amistades no son tan trágicas como las de parejas, ya que las causas suelen ser distintas.
A veces simplemente perdemos el contacto por razones ajenas a nuestra voluntad cambio de vivienda, rompe con la pareja que os unía, deja el trabajo o ficha por un nuevo equipo de básquet, porque habéis cambiado como personas y ahora ya no os sentís tan iguales y ya no tenéis tantas cosas en común, ha sucedido un malentendido entre vosotros, etc.
Pueden ser mil cosas, el caso es cuando sabemos que estamos llegando al final. Uno de los síntomas más claros es cuando, a pesar de que cada vez os veis menos y os enviáis menos WhatsApps, ninguno de los dos se esfuerza para recuperar el vínculo que habías llegado a tener.
Obviamente, las relaciones son bidireccionales, si uno de los dos ya no tiene interés en el otro, también es el final. En estos casos, no haría falta ni recordarlo, no os tenéis que forzar a recuperar la relación. Si hace falta, se pasa el duelo o lo que sea, pero vuestra salud mental es lo primero.
Otro de los síntomas, que se puede solucionar a veces con más contacto, es el hecho de que cuando os veis ya no sabéis de qué hablar o os notáis incómodos, cuando antes os sentíais uña y carne. Hay amigos con los que a pesar de no hablar o ver casi nunca, sabes que cuando los necesitas van a estar allí y que cuando os veáis parecerá que os habléis todos los días.
Cuando las relaciones no acaban del todo bien o, directamente, mal, las causas y los síntomas suelen ser de otra índole. No suele predominar la desidia, como en los casos anteriores, sino que predomina el enfado y el sentimiento de decepción. Por ejemplo, cuando nos la juegan por las espaldas, hay líos amorosos por en medio, siempre ve problemas en vuestra relación donde no los hay, no guardan tus secretos por muy importantes que sean, etc.
También hay gente que te puede utilizar como una liana. O sea, para meterse en un grupo de amigos que tu tienes, para ascender en el trabajo, para que le consigas entradas en el estadio, etc. cuando ya no les eres útil, adiós. Ya lo dice el refrán: por interés te quiero Andrés.