No es una cifra exacta extraída de una sesuda investigación científica. Tampoco el resultado de ninguna consulta a un grupo de expecialistas financierxs súper pro. Ni siquiera un dato manado de un centro estadístico. Es simplemente la opinión de la gente. Y, lejos de restarle valor, es algo que lo hace aún más realista: son las personas las que viven su día a día y las que saben cuánto necesitarían ganar para poder ahorrar en un panorama socioeconómico como el nuestro. Es una información surgida de la vivencia. De la dificultad. Del choque con una realidad que se hace más cada día tras día. Y es cuanto menos alarmante: se necesita entre 2.000 y 3.000 euros al mes para poder ahorrar.
Esa es la conclusión de la gente a la que entrevistó la consultora financiera Silvia Martín en un vídeo para su cuenta de Instagram publicado la semana pasada. Como explica una de ellas, “tal y como están las cosas ahora mismo, todo tan caro, yo pienso que mínimo 2.000 euros”. Otrxs entrevistadxs van incluso más allá. Y sí, en esa misma publicación, Martín expone que no es tan importante cuánto ganas como qué tan bien te gestionas financieramente. Que controlando los gastos, programando ahorros automáticos y estableciendo bien tus prioridades puedes llenar poquito a poco tu cuenta de ahorro incluso si tus ingresos están muy por debajo de esos 2.000 euros. Y es un sí con matices.
El coste de la vida es un disparate
En primer lugar, porque no todo el mundo tiene frente a sí los mismos desafíos financieros. Claro, puedes dejar de ir al cine los miércoles, ser menos consumista con la ropa y tomarte una caña en lugar de tres después del trabajo, pero no puedes evitar pagarte la terapia si la necesitas o la comida de tu bebé si tienes uno. Algunos gastos son irremediables. Da igual cuánto compromiso recortudo tengas. Y, en segundo lugar, porque no eres unx campesinx del siglo XII que vive exclusivamente para sobrevivir. En pleno siglo XXI, tener una vida cultural y social, que de una u otra manera siempre conlleva un gasto, debe ser un derecho y no ser contemplado como algo prescindible y secundario.
Y no es una crítica contra Martín. Ni mucho menos. Como ella misma dice, sabiendo “cuánto vamos a destinar a gastos fijos, a ocio, a familia y a ahorro podemos conocer cuál es nuestra capacidad de ahorro mensual” y hacer las cosas mejor. La responsabilidad individual siempre está ahí. No vale desentenderse. Sin embargo, cada vez estás más expuestx a discursos de este tipo que ponen todo el foco en ti. En tu manera de usar el dinero. En tus estrategias. En tu autocontrol. Y no es justo. Porque el coste de la vivienda es un disparate y el Estado debe hacer algo. Y los salarios no son los que deberían y las empresas deberían hacer algo. No todo recae en ti. La precariedad es mucho más compleja.