Cómo lidiar con ser quien menos gana del grupo

Ábreles tu corazón. No son la competencia. Son tu red de apoyo

A medida que transcurren los años las diferencias salariales entre lxs miembrxs de tu grupo de amigxs pueden ir haciéndose más amplias. Es un fenómeno habitual provocado por la desigualdad retributiva de las diferentes profesiones. El que estudió ingeniería, muy probablemente, termine cobrando cantidades que tú, que elegiste una carrera con menos salidas y proyecciones económicas, jamás alcanzarás. Y, aunque no lo expreses abiertamente, duele un poquito. Al fin y al cabo, te has criado en una sociedad que orbita alrededor del dinero y de lo que puede hacerse con él. Quedarse atrás no es sencillo. De hecho, te está alejando de tus colegas. Tienes que hacer algo para reconducir la situación.

Lo primero, escribe la especialista Val Walker en una publicación para Psychology Today, es reformular tus prejuicios acerca de tus amigxs. Y es que desde esa posición de vulnerabilidad en la que estás es muy habitual desactivar la empatía y acabar pensando cosas como “mi amigx X ha tenido una vida mucho más fácil que la mía”, “no tiene ni idea de lo que significa tener menos recursos” o “le da igual que a mí me cueste la vida poder hacer todos esos planes que implican gasto”. Puedes obcecarte bajo tus propios sentimientos negativos. Para salir de ahí, y ver las cosas con menos egocentrismo, es necesario que analices de dónde vienen esas emociones oscuras. No están ahí porque sí.

¿Es envidia? ¿Es resentimiento? ¿Es vergüenza? ¿Es miedo a la exclusión social? ¿Es todo a la vez? Descúbrelo. Sé honestx contigo mismx. Esto te ayudará en el paso número dos: la conversación con tus amigxs. Aquí es muy importante que expreses el problema, cómo te hace sentir y algunos ejemplos de situaciones concretas en las que tiene lugar. Por ejemplo, cuando deciden planificar vacaciones muy caras que hacen que tu cuenta bancaria termine tiritando. O cuando dividen por igual los gastos de una cena a pesar de que has pedido menos para no tener que hacer frente a tanto coste. Evidencia tu malestar pero con asertividad. No les recrimines. Pídeles ayuda. Son tus colegas.

Además, dice Walker, es fundamental que “estés dispuesto a recibir la opinión de tus amigos: es posible que te sorprendas de lo que dicen o de lo mucho que entienden tu situación”. Quizás no han estado demasiado atentxs. O tú has jugado muy bien el papel de “puedo permitirme lo mismo que vosotrxs”. Ahora que saben cómo te sientes, y si son amigxs de verdad, se esforzarán por ponerte las cosas más fáciles. Ya sea buscando planes gratuitos como pasear, cocinar en casa o hacer deporte juntxs; ayudándote con algunos gastos; o ofreciéndote herramientas y consejos para prosperar económicamente. No son tu competencia. Son tu gente. Puedes confiar en ellxs.