Las locuras que están haciendo los multimillonarios para no envejecer

Desde medicamentos peligrosos a intercambio de sangre o déficit calórico extremo

Las personas multimillonarias tienen una vida privilegiada. De eso no hay ninguna duda. El problema para ellas, o eso deben pensar muchas, es que de nada les sirve tanto dinero cuando se trata de la muerte. Porque en la muerte no hay privilegio. Es la gran niveladora, como dice el escritor Joe Abercrombie. Una fuerza implacable que nada entiende de ceros en el banco. Aun así, parte de esta comunidad multimillonaria está decidida a hacer cuanto esté en su mano para retrasar el envejecimiento y alejarse lo máximo posible del adiós terrenal, tal como prueba el reciente documental de Netflix Longevity Hackers. Pero ese cuanto esté en su mano está lleno de disparates muy peligrosos.

Como el consumo de medicamentos que nada tienen que ver con el envejecimiento. Uno de ellos es la rapamicina, un fármaco diseñado para suprimir el sistema inmune en personas que han recibido trasplantes y tratar de evitar así el rechazo. Y no, no vale una mierda para que tu cuerpo se mantenga joven. Lo único que hace es aumentar las probabilidades de sufrir infecciones graves e incluso cáncer. Otro es la metformina, creado para prevenir y tratar la diabetes tipo 2. Nuevamente, no hay pruebas de que incremente la longevidad en las personas y, sin embargo, puede producir alteraciones metabólicas y digestivas serias. Pero esta gente pasa de la ciencia de verdad.

Y luego están los tratamientos más invasivos

Como la terapia génica para fomentar la producción de la enzima telomerasa que mantiene los telómeros activos, los extremos de los cromosomas que influyen en la cantidad de veces que una célula puede dividirse. No obstante, el hecho de producir más telómeros desequilibra el orden natural del cuerpo y hace que, entre otras cosas, las células tumorales no tengan problemas en dividirse y dividirse y dividirse. Es un sinsentido. Y aún más lo es la parabiosis, un experimento consistente en intercambiarse plasma entre personas. Hay que estar muy aburridx. O tener un miedo a la desaparición enfermizo. No queda otra.

Otras acciones de supuesto hackeo del envejecimiento son más mundanas, tipo restricción calórica extrema. Pero no hay que ser muy listx para ver que eso no es saludable. ¿Qué sentido tiene implementar cualquiera de estas estrategias para supuestamente alargar la vida si te exponen a enfermedades que realmente acortan la vida? Y sobre todo, ¿merece la pena alargar una vida que transcurre entre medicamentos, tratamientos y rutinas sufrientes? En palabras de Juan Acosta, investigador del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria, “lo que hacen estas personas es suicida y una creencia en la frontera de la pseudociencia y la religión”.