Personas blancas haciéndose selfies mientras abrazan a niños negros, repartiendo a estos golosinas o bolígrafos o regalándoles esos pequeños botes de champú del hotel que ellxs no han querido. En principio son imágenes inocentes con las que sus impulsores no quieren hacer daño a nadie, pero lo hacen, ya que transmiten la idea de que la población de países en vías de desarrollo necesita a las personas blancas para tirar adelante y, por tanto, fomentan una discriminación positiva que nos aleja a todxs de vivir en un mundo más igualitario. Este fenómeno se conoce como complejo de salvador blanco y, como hemos visto en los últimos años, es bastante común entre influencers que hacen turismo o voluntariados en países que no pertenecen a Occidente, sobre todo africanos.
Sobran los ejemplos que retratan esta realidad. Solo hace falta escribir “complejo de salvador blanco” en las redes sociales para ver la gran cantidad de casos que hay. Uno de ellos es el de una pareja de vloggers que en 2019 quería hacer una donación a un orfanato de Marruecos, pero eso no era gratis, había una condición que hace saltar todas las alarmas. Querían filmar a los niños en modo: míralos, pobrecillos, y que bien que han podido contar con nuestra ayuda. Y lo peor de todo, es que cuando los responsables del orfanato se negaron a la grabación, los vloggers respondieron que no irían a verles, como si solo importara llevarse un puñado de imágenes en lugar de ayudarles.
Influencers sin fronteras
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Hay otro caso que nos queda bastante más cerca y fue protagonizado por una de las primeras influencers de España: Dulceida Aida Domenech, quien también fue de las primeras al menos en nuestro país en verse metida en un lío así. Ocurrió en 2018 durante un viaje a Sudáfrica, donde publicó una fotografía de tres niños haciendo con los dedos la V de victoria con unas gafas de sol que ella les había regalado. "¡Una hora con ellos no ha sido suficiente! Feliz por haberlos hecho sonreír. Ahora tienen nuestras gafas de recuerdo y yo sus sonrisas y el tiempo con ellos”, dijo en el post que desató un aluvión de críticas en las redes que la acusaron de no tener sensibilidad al mostrarse como una especie de salvadora. Dulceida terminó borrando las imágenes y disculpándose en un comunicado.
Después de estos ejemplos, ahora tenemos más herramientas que antes para detectar este complejo que va de salvar al que no ha pedido ayuda. ¿Pero a qué se debe? Según dijo a eldiario.es Antumi Toasijé, historiador y director del Centro de Estudios Panafricanos, las causas pueden ser la “exotización” y el hecho de que parte de la población mira a las personas negras u otras no occidentales como objetos, como juguetitos que siempre harán lo que el blanco dice. "Estas personas pasan a convertirse en algo impersonal, pero a la vez bello, que debe exhibirse como 'cosa exótica' y 'necesitada de protección'. Todo esto refuerza la idea de 'bondad innata' del blanco", sostuvo Toasijé al hablar de una tendencia que deja al blanco como el bueno de la película y que estaría bien que se detenga en un futuro no muy lejano.
Esta frase acompañaba una de las imágenes publicadas por la influencer Aida Domenech, Dulceida, durante su viaje promocional a Sudáfrica. Debajo, tres niños negros posan con las gafas de sol haciendo la V de Victoria. https://t.co/kUItgHIGL9"
— Los Pájaros Pican @LosPajarosPican https://twitter.com/>pic.twitter.com/kUItgHIGL9a> LosPajarosPican/status/ ">September 11, 20191171688305399861248?ref_src= twsrc%5Etfw
¿Las razones? Aparte de las ya manifestadas en otros puntos del artículo, se trata de un fenómeno, de unas imágenes que, por ejemplo, las personas africanas están muy lejos de necesitarlas para estar bien y que, al final, desvía la atención de sus problemas reales, como el hambre, las enfermedades sin tratamiento o la escasez de agua. Hablemos más de sus problemas del día a día, de qué les mueve para seguir adelante o de sus costumbres, y apartemos a la figura blanca de su imaginario. No somos los protagonistas de todas las historias.