El extraño fenómeno de las influencers que resultan ser hombres disfrazados

En las últimas semanas varias conocidas Tik tokers de Japón han resultado ser hombres con filtros de belleza y pelucas, averiguamos qué se esconde detrás

Quienes tengáis la edad suficiente para haber vivido los primitivos chats anónimos de internet como Terra o el boom de los foros tendréis la lección bien aprendida: en la red no todo es lo que parece. El problema es que vivimos en una nueva era digital en la que el anonimato comienza a escasear. Ahora todos buscamos ser reconocidos y nos escondemos cada vez menos. Nos exhibimos más y más y, como consecuencia, hemos bajado la guardia respecto a la identidad de los demás. Si dice que es una adolescente japonesa le creemos a pies juntillas. Incluso aunque algunos detallitos sean bastante sospechosos.

Porque Chiharu nunca mostraba su cara ni se quitaba la mascarilla ni decía una sola palabra, tal como dicen desde Gizmodo, medio que se ha hecho eco de la noticia. Sus vídeos estaban enfocados principalmente en la exhibición de sus senos. De hecho, el vídeo más visualizado de su canal era uno en el que sus tetas rebotaban arriba y abajo mientras echaba una carrerita. Hasta 20.000 personas pensaron que ese contenido bien valía una suscripción. Fue entonces cuándo, para celebrarlo, Chiharu decidió publicar un vídeo en el que revelaba su auténtica identidad. Nada de chica adolescente. Un señor de treinta y siete años.

Las motivaciones que le llevaron a comprarse una peluca y una gran prótesis de silicona para las tetas están vinculadas estrictamente con lo económico. Como explica el propio autor en su vídeo, durante el último año se produjeron dos acontecimientos decisivos en su vida. Por un lado, un recorte salarial como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Por otro lado, que a su perro le diagnosticaron cáncer y el tratamiento no es precisamente barato. Había muchísimas soluciones alternativas, pero Chiharu optó por esta "sabiendo que a las chicas atractivas les resulta más fácil atraer una audiencia online". 

Juzgarle no resulta nada sencillo porque la historia lo tiene todo. Por un lado, está la libertad creativa. Nadie dijo nunca que disfrazarse para dar un espectáculo estuviera mal per sé. Por otro lado, está la utilización del   cuerpo femenino como medio para enriquecerse en una sociedad donde la cosificación de las mujeres está a la orden del día. Y por último está el "engaño". Lo ponemos entre comillas porque no hay ningún contrato al que los creadores de contenido deban atenerse para ser ellos mismos en todas sus facetas. Aunque sabe mal. Como decíamos, es complicado y la opinión al respecto depende de cada persona.

Lo que está claro es que estas historias deberían hacernos pensar un poco acerca de nuestra acitud crítica. Y es que no es la primera vez que pasa. Hace apenas unas semanas, y como cuentan en este mismo artículo de Gizmodo, salió a la luz una historia bastante similar: una televisión japonesa había descubierto la identidad de la supuesta influencer azusagakuyuki, bastante popular por viajar en moto alrededor de todo Japón. En realidad era un hombre de cincuenta años que utilizaba una aplicación móvil para transformar su rostro en el de una mujer. Desde luego, internet no es un mundo apto para ingenuxs.