El científico novato que descubrió la aspirina y la heroína el mismo verano

El científico que descubrió las dos drogas más famosas del s.XX la misma semana

Parece una locura, pero la heroína y las aspirinas de toda la vida tienen un pasado común que no te esperabas: fueron creadas por el mismo farmacéutico y en el mismo verano. La historia del científico alemán Felix Hoffmann parece sacada de un guión de Hollywood pero lo más increíble es que es totalmente cierta. Todo comenzó 1890 cuando el padre de Hoffmann comenzó a consumir 8 gramos diarios de sales de ácido salicílico para aliviar sus fuertes dolores por el reumatismo. Esto le provocaba unas irritaciones en el estómago que convertían su día a día en un infierno.

Impactado por la poca calidad de vida de su progenitor, el joven investigador decidió estudiar farmacia en la Universidad de Munich en 1891 y unirse a la compañía farmacéutica Friedrich Bayer & Co. en 1894. Estaba convencido que su trabajo junto al prestigioso científico Heinrich Dreser le proporcionaría los conocimientos necesarios para encontrar la manera de aliviar a personas que sufrieran tanto como su padre. Pero sus inicios en Bayer habían sido más que modestos, aquel verano de 1897 se le había encargado pasarse el verano acetilando moléculas, una tarea tediosa que se reservaba a los ayudantes y becarios del laboratorio.

Este nuevo método consistente en añadir el grupo químico CH3CO a todo tipo de compuestos farmacológicamente activos debería, en teoría, mejorar la efectividad de los mismos y evitar gran parte de los efectos secundarios. Así es como Bayer había logrado sus primeros éxitos, sin embargo, al ser una tarea de la que no se esperaba gran cosa, nadie pensó que Hoffmann haría historia en un tiempo récord. De hecho, lo único que interesaba a Dreser, su supervisor, era investigar una manera eficiente de acetilar la morfina para lograr codeína, una versión del anestésico que generara mucha menos adicción a los pacientes.

El caso es que antes de ponerse con el plato fuerte, la morfina, el bueno de Hoffman probó suerte con el ácido salicílico logrando, casi sin darse cuenta, el medicamento más famoso y exitoso de la historia: el ácido acetilsalicílico puro, es decir, la aspirina. Concretamente, el 10 de agosto de 1897 el joven Hoffmann logró el medicamento que lanzaría Bayer a la fama mundial y, tan solo 11 días después, sintetizó una de las drogas más adictivas de la historia: la diamorfina más conocida como heroína. Maravillados por los logros inesperados de Hoffman, los responsables de la farmacéutica corrieron a registrar ambos medicamentos. 

Curiosamente, y debido a la obsesión de Dreser con encontrar un sustitutivo de la morfina, priorizaron la comercialización de la heroína en 1898 como un remedio eficaz contra la tos de los tuberculosos o contra los dolores de los partos. El milagroso medicamento se vendía sin necesidad de receta médica, sin embargo, pronto se dieron cuenta de que era muchísimo más adictiva que la morfina y, finalmente, la Sociedad de Naciones prohibió su venta en 1925. Paralelamente, el camino hacia lo que sería la aspirina se inició en 1899 cuando Dreser, por fin, publicó su primer informe sobre el ácido acetilsalicílico y ganó el nombre comercial de aspirina. 

Así es como Dreser se convirtió en millonario registrando las royalties de ambos medicamento y Hoffmann, el hombre que desarrolló el medicamento más exitoso y la droga más letal del s.XX, logró un importante puesto en Bayer pero quedó a la sombra sin que el gran público le reconociera jamás sus increíbles hallazgos. De hecho, se llegó a discutir que la síntesis de la aspirina fuera en realidad obra del farmacéutico Arthur Eichengrünn quien alegó haber estado al mando de los experimentos y que Hoffmann no era más que un ayudante, pero que sus logros fueron borrados de la historia de la compañía por los nazis ya que él era judío.