"Fui con falda y bolso por la calle para darme cuenta de mis privilegios. La seguridad en las calles es uno de ellos, que les es negado a las personas que desafían la heteronormatividad. El look por el que aposté fue una falda, un bolsito, unas chanclas y una camisa. Cuando tocaba salir de casa, me asusté. Por mi mente pasó la vergüenza. Sabía que me mirarían, y me preocupaba lo que pensarían. ¿Creerían que soy un travestido? ¿Me mirarían mal? Ese fue el primero de los aprendizajes, la transfobia latente: todavía, pese a conocer personas transgénero, no quería que se me asociara con la identidad trans. Como si fuera algo malo".
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