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Hablamos con tres personas que han estado en la cárcel y nos cuentan qué se siente al estar encerrados. Nos hablan de la culpa y de nuevas oportunidades, de qué supone haber estado preso para encontrar trabajo, y de cómo la gente te trata cuando lo sabe.
El primero de ellos, Richard, ha estado dos veces preso. La primera en Inglaterra, donde le metieron en la prisión preventiva por un delito que no había cometido. Después de 3 meses le declararon inocente y le soltaron. Lo pasó realmente mal: no hablaba nada de inglés y solo quería hablar con el consulado español para que le ayudaran a salir. Años más tarde fue detenido en España por tráfico de marihuana y condenado a 8 meses de cárcel.
El segundo de ellos tuvo una mala experiencia el segundo día de ingresar: su compañero de celda se suicidó durante la noche. Eso le marcó toda la estancia en el presidio. Nos explica que sus hijas, su familia y sus amigos han sido un verdadero apoyo para "no volver a dar el paso atrás que supone ir a la cárcel".
El tercero dice que ha hecho cosas de las que se arrepiente, sí, pero que fueron a causa de las pastillas y el alcohol. Ya no toma nada, y está decidido a conseguir un trabajo. "Me dijeron que no en una entrevista de trabajo cuando supieron que había estado en la cárcel," nos cuenta.