Por qué deberías dejar de ir a India a “descubrirte a ti mismo”

Ver India como la meca de la espiritualidad ha propiciado la discriminación, la apropiación cultural y la gentrificación

Cada verano, el feed de tu Instagram se llena de conocidos en la India en plan retiro espiritual. Quizá tú también eres uno de los que ha ido al subcontinente asiático, usando hashtags como “wanderlust”, “explorer” y otros topicazos de instagrammer, asegurando que has ido a “descubrir” el país y a “descubrirte a ti mismo”. Lo que ocurre es que, te guste o no, todavía no te has dado cuenta de lo racista que puede resultar tu manera de actuar así que presta mucha atención a este artículo. Estos son los principales motivos por los que deberías dejar de ver India como si fuera la meca de la espiritualidad.

India no existe por y para ti

El principal problema del discurso que plantea India como un lugar rebosante de espiritualidad donde autodescubrirse es que es una descripción estereotipada del país. Explica Shreena Gandhi, profesora de estudios religiosos en Michigan State University, que desde la época colonial se creó el mito de un occidente racional y científico y un oriente místico y supersticioso. Se creía que los países árabes y asiáticos estaban en desventaja cultural frente a Europa y Norteamérica. Por lo tanto, hablar de India como un país lleno de filosofía y espiritualidad es reproducir los tópicos imperialistas que han legitimado las políticas de ocupación colonial.

Así pues, los viajes de “autodescubrimiento” son una forma de perpetuar las dinámicas racistas porque plantean el país como un lugar cuya única relevancia es la espiritualidad, aquello que interesa a los occidentales. Aquí pueden experimentar la cultura india y sus rasgos místicos solo una pequeña parte de todo lo que puede ofrecer el país, pero no viven las desventajas de formar parte de esta cultura, históricamente maltratada y marginalizada por los países occidentales e imperialistas. “Esto es una forma de apropiación cultural”, asegura Gandhi, “utilizas lo que más te gusta de un país, pero no te molestas en entender todo lo que hay detrás”.

 

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India no es una tierra pasiva y mística que existe para ayudarte a encontrar la paz, es mucho más, y sus prácticas espirituales pertenecen a una cultura religiosa que se ha ido desarrollando durante siglos, con sus efectos políticos y sociales respectivos como, por ejemplo, las castas. La espiritualidad es fruto de la evolución histórica y filosófica, no es un parque temático del autodescubrimiento: India no existe para hacerte mejor persona, su función no es satisfacer tu deseo de encontrar sentido a la vida, un deseo con unas consecuencias que están cambiando el país.

Las consecuencias de tus vacaciones

Muchos de los turistas que hacéis estos viajes asimiláis la espiritualidad con el yoga y la meditación. Gandhi también denuncia que con el boom de los retiros de yoga, muchas personas locales que lo practican por convicción o fe no pueden acceder a los lugares tradicionales donde ejercer estas prácticas porque se convierten en resorts para blancos, ya que dan más dinero, algo similar a lo sucedido en Bali tras el efecto Come, reza, ama. Me comentaba una amiga blanca estudiando en India que allí se apuntó a un cursillo de yoga y “todas las personas que había eran occidentales”.

El turismo espiritual en India no es un racismo directo y violento, pero acaba siendo una fuente de discriminación que debe denunciarse. Afirma el sociólogo Joe Feagin que la cultura blanca tiende a parodiar el resto de culturas y a utilizarlas para sus propósitos. Gandhi coincide con él, destacando el negocio multimillonario alrededor del yoga y la espiritualidad y sus consecuencias en las personas indias como, por ejemplo, ser excluidas de sus espacios culturales.

Imponiendo unos valores blancos

Añade Gandhi que cuando actividades como el yoga o la meditación son promovidas por personas blancas se hacen de forma “competitiva e individualista”. Se plantean para hacerte sentir mejor contigo mismo y, además, te dan una satisfacción de superioridad frente aquellos que no pueden hacerlas, alegando que “tú eres más sano y te cuidas más” gracias a practicar yoga.

Sin embargo, la función ancestral del yoga y la meditación es comunitaria y religiosa. Cuando pensamos en yoga nos vienen a la cabeza las imágenes del saludo al sol o la postura de la grulla. Pero, como explica Gandhi, el auténtico yoga es un estilo de vida, y tiene más que ver con filosofía que con el fitness. Incluso un dicho popular asegura que “no se hace yoga, se es yoga”. Así pues, el turismo de autodescubrimiento ha transformado estas prácticas populares indias en algo elitista para personas con tiempo y recursos.

Todavía puedes seguir yendo a la India

La solución no es dejar de ir a India o dejar de viajar para vivir nuevas experiencias y encontrarte a ti mismo, faltaría más. Pero Gandhi insiste en que un primer paso para sacar el racismo de tus viajes es estudiar la cultura india, entenderla y mostrar interés. Por ejemplo, buscando qué es el yoga más allá de sus posturas y su vertiente ‘gym friendly’. Otro factor importante es no viajar con rutas de turistas prefabricadas o a resorts que contribuyan a la gentrificación de las prácticas tradicionales. Ya no solo por el bienestar de la población autóctona sino también por ti: ¿cómo pretendes ir a autodescubrirte cuando vas con una ruta, experiencia y enseñanzas pactadas y dirigidas?

India, como cualquier otro país, es compleja, variada y cargada de historia. Si realmente quieres un viaje significativo del cual puedas aprender, intenta impregnarte de la cultura local, conocer personas que vivan las realidades autóctonas y, sobre todo, no vivir las experiencias de los demás esperando conseguir sus mismos resultados. Lo que para unos fue un viaje de autodescubrimiento muy probablemente no lo será para el resto.