Zuckerberg creará un “tribunal supremo global” para juzgar la propiedad intelectual en Facebook e Instagram

Lo que más inquieta a sus detractores: que se imponga su estricta censura en otras plataformas más allá de sus redes sociales

El “Consejo de Vigilancia”, un nombre que suena a uno de los muchos brazos del poder del Gran Hermano de Orwell, pero que no tiene nada de fantasía. Es la última propuesta de Zuckerberg, creador de Facebook, un “tribunal supremo global” que será independiente de la compañía en teoría y que tomará decisiones vinculantes para zanjar los problemas legales globales relacionados con la propiedad intelectual y el contenido publicado dentro de sus plataformas.

La compañía lleva más de un año ajustando los pormenores de este órgano judicial, según informa eldiario.es, y ya informa su “acta constituyente”, en la cual se explica que “lo compondrán 40 expertos elegidos por Facebook que no se regirán por ninguna ley estatal, sino por las normas internas de la red social” y que “sus decisiones serán vinculantes y la red social tendrá que acatar lo que decida”. Según Zuckerberg, todo el trabajo duro ya está hecho y quieren estrenar el Consejo de Vigilancia antes de que acabe el año.

El órgano, aunque sea judicial, estará basado en políticas internas y no leyes, por lo cual “no se regirá por ninguna”. “¿Por cuál iba a hacerlo? Su ámbito es global, para decidir en virtud de leyes nacionales tendrían que formar un board en cada país. Es muy importante recordar que estos expertos van a formar una especie de tribunal supremo global pero no actúan en el marco de ninguna ley, solo de las normas internas de Facebook”, explica el jurista de Standford Joan Barata en el artículo de eldiario.es.

El problema está en que el objetivo a largo plazo es, por supuesto, hacer crecer su influencia. Al principio solo gestionará casos de Instagram, Facebook y el resto de redes de su compañía, pero con el tiempo quiere convertirse en un referente del sector y tener poder sobre otras empresas. Esto inquieta a los expertos de la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información, porque este órgano judicial podría imponer fuera de sus redes interna la censura de la que abusan en Facebook e Instagram, una censura que hace aberraciones como bloquear obras de arte del siglo XV porque se le ve un pezón o suprimir una imagen de niños judíos en un campo de concentración nazi al entender que es pornografía infantil.

Además, las decisiones no crearán jurisprudencia. El artículo explica qué supone esto: “que el organismo decida que, siguiendo con el mismo ejemplo, el pecho de una mujer en un cuadro deba tolerarse no implicará que la red social empiece a permitir todos los cuadros que los representen”. Es decir, que de poco servirá que salgan a favor de alguien, porque podrían sentenciar en contra la próxima vez por el mismo caso.

Según el artículo, este organismo es solo un lavado de cara para que la empresa eche balones fuera en la toma de decisiones de censura, apropiación de contenidos y moderación social. Así, limpian la imagen y dejan la responsabilidad en un organismo “independiente”, entre comillas, porque las políticas sobre las que se basa son creadas y constantemente reguladas por el órgano directivo. Como concluye Barata: “Quien espere que esto vaya a solucionar algún problema se equivoca”.