Entramos a casa de Soy Una Pringada para hablar sobre todo lo que odia en la vida

Hablamos con Soy una Pringada de su canal de YouTube, de actualidad y de sus próximos planes

Un sofá con un estampado de llamas y a Esty Quesada en pijama es lo primero que me encuentro al cruzar por la puerta de su piso del centro de Madrid. "Empecé mi canal de YouTube hace dos años porque mi vida era una mierda y me quería distraer", cuenta sin maquillaje y sentada sobre la cama deshecha, la joven de 24 años a la que todos conocen como Soy Una Pringada. Un personaje que, sin embargo, es un reflejo exaltado de su verdadera personalidad. Es decir, su versión más pura, sin adulterar, una sobredosis de sarcasmo y acidez en vena.

Observada por los protagonistas de los posters de un cuarto sin un hueco en la pared, y que van desde un póster del vampiro de Crepúsculo a una ilustración de un Nobita que corta con unas tijeras a un Doraemon ensangrentado, explica que la elección del nombre bajo el cual ya acumula más de 219.000 suscriptores en YouTube simplemente se debe a que es "una pringada". Y, con una honestidad brutal, confirma que la persona que vemos en la pantalla del ordenador no es una invención ni tampoco un papel. Es tan sólo Esty siendo ella misma: "una pringada".  

Una ironía de la vida si nos paramos a pensar que fue esa misma personalidad —siempre en la delgada línea entre la ironía y lo antisocial— por la que algunos le hicieron bullying en el instituto es la misma que ahora le ha traído el éxito. Sus críticas sangrientas que destrozan la yugular y la dignidad ajena no solamente han hecho posible que le paguen por hacer lo que más le gusta sino que, en los próximos meses, escribirá un libro y participará como actriz en una serie —aún pos desvelar—. Además, hace poco más de un mes, estrenó en internet su serie le hicieron bullying en el instituto. Ella misma ha escrito y dirigido esta maravilla que, según dice, "está hecha por freaks pero es para todo el mundo". 

Esty contra la sociedad

Esty no sigue el Mundial de Rusia, le da igual el fútbol, y por no gustarle ni siquiera le gustan festivales de música. Es más, los desprecia porque "hace demasiado calor", "se tiene que andar mucho" y porque sencillamente no le sale del alma "pagar 300 euros por ver a los tres grupos" que le gustan. Pero es que la influencer nunca se había caracterizado por su filantropía ni por su amor a la humanidad, más bien por lo contrario. Sus opiniones son tan explosivas que temas candentes como el de ‘La Manada’ o el mundo frívolo de los influencers la hacen convertirse en una especie de Kim Jong-un de las opiniones. Rajadas nucleares para todos. 

"A los de La Manada, a los violadores y a lo que yo llamo maníacos sexuales, les encerraría de por vida. Primero les haría la castración química. Después les torturaría cada día, como poniéndoles agujas debajo de las uñas, para que cada día rueguen por su muerte. Pero que nunca llegue", detalla la vasca con una expresión que no esconde su sed de venganza hacia aquellos que han destrozado la vida a demasiadas mujeres. Una actitud de aversión, de asco profundo, que también saca a relucir cuando habla de los falsos cánones de belleza que nos han impuestos, de las tendencias la industria de la moda y de las influencers que los imponen. 

"Las tendencias me parecen una puta mierda. No creo que en ningún momento debas ser esclavo de: 'tengo que renovar mi armario de primavera a verano porque Dulceida lo dice'. Hay que tener un poco de estilo propio. Creo que las personas que siguen las tendencias a rajatabla están completamente vacías", dice consciente de que sin cumplir con esos cánones de belleza y pasando olímpicamente de las tendencias, ha conseguido 151.000 seguidores en Instagram y convertirse en una verdadera influencer. Aunque ella evita este término y carga con ira contra los que siguen religiosamente a sus ídolos en las redes: "Qué pereza, de verdad"

Esty contra el Estado

Pero la pereza que parecen producirle las cosas más inesperadas a Etsy no afecta al rollito zen/hater con el que se ha despertado esta mañana. Prueba de ello es que, cuando nos esperábamos una rajada contra el Gobierno, ella aplaude la decisión de proponer un proyecto ley para sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos con una premisa que está a años luz de mostrar algún respeto por el dictador.

"Me parece muy guay. Después podemos quemar los restos y hacer una fiesta. Franco sigue allí a causa del gobierno fascista que teníamos antes, que era un reflejo de Franco", cuenta para pasar a condenar con mucho sosiego la censura que secuestró al libro Fariña de Nacho Carretero; que privó a la ciudadanía de ver la exposición de ARCO y que acalló a más de un rapero, como Valtonyc por sus críticas al Rey.  

"Pero si todos ponemos a parir al Rey. Es un ofendidito de mierda. El Rey Juan Carlos mató a su hermano y nadie le metió en la cárcel. No debería haber censura en esos casos, y menos cuando das tu opinión política", denuncia al hablar sobre el Jefe de Estado de un país que, para ella, no solo perpetra injusticias abusando de la censura sino que también está dando la espalda a un incontable número de migrantes y refugiados.

Y eso es algo que, inevitablemente, también enerva a Esty. "No vale de nada poner a las cuatro de la tarde anuncios de niños muriéndose y diciendo dona un euro y que luego vengan esos niños y les eches a patadas. Es una hipocresía muy grande. Creo que aquí y en cualquier país, hay sitio para todos", apunta para, acto seguido, lamentar el trato que Cataluña ha recibido durante los últimos meses por el anterior Gobierno del Partido Popular. 

"Cataluña debería poder celebrar un referéndum o ir a las barricadas y hacerlo por la fuerza. Cataluña y Euskadi deberían poder independizarse si es lo que quieren", opina mientras agita las manos con rapidez alegando que cuando parte de un pueblo tiene una inquietud que le genera malestar, las autoridades deberían escucharla. "Puigdemont me parece súper punk y me hace mucha gracia. Nadie le ha dado permiso para nada pero lo hace igualmente. Le ha salido mal pero creo que lo que ha hecho es un paso hacia el cambio", sostiene mientras comprueba satisfecha que, por fin, su agonía casi ha pasado: la entrevista mañanera está llegando a su fin.

Escuchar a Esty es darse cuenta por las malas de que a la generación millennial nos ha tocado ser adultos en un contexto social y político atestado de injusticias que hacen que la estabilidad sea, en estos momentos, un horizonte casi inalcanzable. Nadie nos advirtió de ello. De hecho, nos dijeron que podríamos conseguir todo cuanto quisiéramos. Pero Esty insiste en que eso no significa que no debamos luchar de forma incansable para tener el futuro que habíamos imaginado o, al menos, algo parecido.

"No puedes quedarte pensando: 'soy buena persona, me va a ir bien' porque es mentira. Lánzate a hacer las cosas y si luego fracasas, pues lo habrás intentado. Y si luego no fracasas, pues bien", sentencia Soy Una Pringada para terminar la entrevista con una broma que resume como ninguna otra de qué va todo ese humor que la caracteriza: "Y sino siempre te puedes suicidar”.