La pandemia confirma que estamos muy lejos de la igualdad de género

Varios factores están provocando un regreso al pasado: mientras las mujeres se quedan en casa, los hombres vuelven al trabajo

Llevamos años luchando por la igualdad entre hombres y mujeres: uno de los derechos que siempre hemos merecido. Es cierto que se han logrado importantes cambios de mentalidad en los últimos años, pero aún no se han materializado al 100% en nuestro día a día. Una realidad que ha agravado la pandemia y nos recuerda una preocupante verdad: estamos lejos de vivir en un mundo en el que el género no determine el éxito o el fracaso de ninguna trayectoria profesional.

Los datos hablan por sí solos. Según el Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, citado en el medio británico The Independent, casi todos los hombres han ido regresando a sus puestos de trabajo, mientras las mujeres se han quedado en casa para cuidar a los hijos. Las demoledoras cifras no terminan aquí. Mientras las recesiones provocan normalmente una brecha salarial del 2%, la pandemia desatará una brecha del 5%, de acuerdo con un informe de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas de Estados Unidos. Esta crisis es diferente a cualquier crisis que nuestra generación haya vivido antes, y lo peor es que puede hacernos retroceder en los derechos que hemos conseguido llenado las calles de morado y de gritos que piden justicia. 

Prueba de ello es el caso de Larin Brink, quien cambió de empleo después de tener hijos para dedicarles más tiempo. Como señala en el mismo rotativo, su trabajo actual en la Virginia Commonwealth University de Richmond le permite ocuparse de sus clases virtuales o llevarlos al pediatra, ya que su marido debe asistir recurrentemente a conferencias. “Ya no gano tanto como antes, de modo que mi trabajo no es tan importante. No me gusta nada, pero es la realidad”, reconoció resignada.

El origen de esta realidad radica en los estereotipos de género y los roles que presuntamente deben desempeñar la mujer y el hombre en el entorno familiar. Ed Coambs, terapeuta de Carolina del Norte, reconoció que se enfrentó a sus propios prejuicios cuando su mujer empezó a cobrar más que él. Al principio le parecía perfecto, pero luego llegaron los problemas: “Salieron las inseguridades porque no era el principal sostén económico de la casa, lo cual no encajaba con las expectativas o el papel que supuestamente debes desempeñar, que tienes arraigados a tu mente”. El padre de Coambs se había encargado de traer el dinero a casa, e inevitablemente, a Coambs le costaba aceptar una realidad que no fuese esa.

Otra muestra de lo perjudiciales que son los falsos estereotipos es la historia de Melissa Daroszewski, graduada en la universidad en 2009: “Surge un problema a medida que avanzas en tu carrera, sobre todo si aspiras a ser una figura importante en la profesión que elijas. Vas a querer a alguien del mismo nivel o que acepte que va a ganar menos que tú”. Una postura que muchas mujeres pueden tomar porque, lamentablemente, aún hay demasiadas personas a las que les incomoda que una mujer cobre más que un hombre.

Inevitablemente, los estereotipos están muy arraigados en el imaginario colectivo y va a costar mucho apartarlos, pero en los últimos años hemos aprendido que podemos derribarlos recordando que somos mucho más que un género. Recordar a nuestros amigos, familiares o entorno laboral que tenemos derecho a ser lo que queramos ser, es no dejar de luchar. Es seguir haciendo posible lo que es posible, sobre toto en pandemia.