Tu orina repleta de droga está convirtiendo a los peces en adictos

Varios ríos del Reino Unido cercanos a grandes festivales de música experimentaron niveles increíblemente altos de drogas en sus aguas afectando a la fauna local de manera irreversible

Imagínate irte a un río y empezar a tirar cocaína y MDMA a las aguas repletas de peces. Así hasta aumentar 104 veces la cantidad habitual de estas drogas en sus aguas sí, siempre hay alguien que contamina desde su casa. Pues esto es lo que parecieron hacer los asistentes al Festival de Glastonbury de 2019 que congregó a 200.000 personas del 26 al 30 de junio de aquel año. En concreto, según un artículo publicado en MDMA , la Universidad de Bangor en Gales, Reino Unido ha concluido que los miles de orines de los asistentes que acabaron filtrándose hasta el cercano río Whitelake fueron los responsables de que la presencia de drogas en sus aguas llegaran a niveles extremadamente altos. Tanto que causaron un daño irreparable a la fauna del mismo.

Y sí, habían WC portátiles, pero miles y miles de personas hicieron sus necesidades en los árboles, arbustos y césped de todo el recinto con lo que, al final, sus orines acabaron llegando al río y afectaron a la fauna del lugar. El problema es que entre las más afectadas estaban especies como la anguila europea a la que las drogas le causaron lesiones graves que les impidieron aparearse y reproducirse. Pero el problema de niveles anormalmente altos de drogas en disolución no se aplican únicamente al río Whitelake con niveles 104 veces más altos de MDMA y 40 de cocaína, sino que en los cinco ríos alrededor de la localidad de Suffolk se encontraron con enormes cantidades de cocaína, ketamina, metanfetaminas y otros fármacos que se pudieron encontrar hasta en los cuerpos de los camarones de agua dulce. 

Como recuerda otro artículo del mismo diario, una situación similar fue comprobada por la Universidad Checa de Ciencias de la Vida de Praga el pasado mes de julio. Al parecer, las truchas son una especie especialmente sensible a estas alteraciones en la composición del agua de los ríos y más concretamente a la presencia de metanfetaminas confirmando que pueden desarrollar dependencia física y psicológica. Para confirmarlo colocaron 120 truchas marrones en dos tanques de 350 litros cada uno. En uno de ellos se vertió una cantidad anormalmente alta de metanfetaminas mientras que el otro solo agua dulce. Al cabo de ocho semanas, las truchas que habían estado en contacto con la droga cambiaron su comportamiento y eran mucho más proclives a retornar a tanques con agua contaminada si se les daba la opción. Es decir, habían generado dependencia y experimentaban abstinencia. 

Ahora solo falta saber si habiendo confirmado este silencioso aunque preocupante impacto ecológico, se permitirá la celebración de estos macroeventos que no parecen traer nada bueno a la fauna del lugar donde se celebran.