El multimillonario negocio de las cremas para blanquear la piel de las mujeres africanas y asiáticas

Los productos del mercado negro para este tipo de tratamientos pueden llegar a contener mercurio

Irritación cutánea e inflamación. Sensación de escozor o picazón. Piel seca y escamosa. En principio, parece que hay pocas diferencias entre estos síntomas y los que tiene cualquiera cuando va a la playa a principios de verano y se chamusca por no usar protección. Pero el trasfondo es muy distinto. Y doloroso y racista. Se trata de las consecuencias que pueden tener las cremas blanqueadoras de piel que utilizan millones de mujeres en el mundo, especialmente en Asia y en África para intentar lograr un aspecto más occidental.

Daño a los riñones. Sarpullido, descoloración de la piel, cicatrices. Reducida resistencia contra infecciones bacterianas y micóticas. Ansiedad, depresión o psicosis y neuropatía periférica. Son las consecuencias que, según la Organización Mundial de la SaludOMS, puede llegar a tener una crema inapropiada en el cuerpo de la mujer que la usa. Porque algunas de estas lociones para aclarar el rostro, según un reportaje de la BBC, contienen hasta mercurio, un ingrediente prohibido en Europa y algunos países de África, pero que sigue usándose en fábricas de cosmética de China, República Dominicana, Líbano, México, Filipinas, Tailandia o Estados Unidos.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

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Los tratamientos parecen inofensivos, simples cremas que te puedes echar en casa, pero ahí está el mayor peligro. La forma más segura de someterse a un blanqueamiento de piel es pasar por una consulta especializada, lo que puede suponer un coste que pocas mujeres sobre todo en países con salarios mínimos paupérrimos pueden permitirse. Y no siempre es fiable.

"Quería tener la piel clara, pero terminé quemándomela", le decía a la BBC una mujer que había intentado blanquearse la cara para el día de su boda, pero lo que en un principio parecía que estaba funcionando acabó convirtiéndose en unas manchas oscuras que sigue teniendo más de un año después. Ella, que es de Sri Lanka y que ha ocultado su nombre verdadero a la cadena británica, fue a un salón de belleza que anunciaba el tratamiento, pero usaba productos del mercado negro que no están autorizados en su país.

"La gente presume que las cremas para la piel son inherentemente seguras. Muchos no piensan en los posibles riesgos a la salud", le explicaba a la BBC el dermatólogo estadounidense Shuai Xu especializado en investigar estos tratamientos, "me asombro cada vez que mis pacientes me muestran diferentes cremas que compraron sin receta médica". Cuatro de cada diez mujeres en África están sometidas a estos tratamientos, según la BBC. En Nigeria, la cifra aumenta a 77% de las mujeres y en Sudáfrica, a 35%. En Ghana hay embarazadas que hasta toman pastillas para blanquear a sus bebés.

El negocio mueve más de 4.000 millones de euros al año y, según los cálculos de los expertos, se duplicará en la próxima década. Al fin y al cabo, movido por la misma dinámica de perseguir un canon impuesto de manera injusta y que cada vez más reinas de belleza, actrices y mujeres con influencia en sus países intentan revertir. Nunca será suficiente la diversidad de referentes en las películas y las redes sociales para hacer sentir que todos los tonos de piel son igual de bellos y luminosos.