El multimillonario que construirá la primera criptociudad en el desierto de Nevada

Su gestión será 100% privada y sólo admitirá el uso de criptomonedas y blockchain en la gestión de los servicios a sus habitantes.

Imagina una enorme ciudad repleta de rascacielos en mitad del desierto de Nevada, Estados Unidos. Y no, no estamos hablando de Las Vegas aunque también estaría repleta de dinero, solo que virtual: criptomonedas. El magnate de las criptomonedas y CEO de la compañía Blockchains LLC, Jeffrey Berns, planea la construcción de Sandbox City, la que será la primera ciudad inteligente completamente privada del mundo. 

Con 15.000 viviendas y 3 millones de kilómetros cuadrados de espacio industrial y comercial, la construcción de la ciudad comenzará en 2022 y debería desarrollarse ininterrumpidamente por al menos 75 años. Como era de esperar, toda la gestión de los servicios y espacios será privada y todas las transacciones se realizarían en criptomoneda. Pero no solo eso, el sistema de gestión de Blockchain se utilizará para todo incluido los datos médicos de sus habitantes, por ejemplo.

Y la cosa, por distópica y contraria a la idea de democracia que pueda parecer, va muy en serio ya que incluso el gobernador del estado de Nevada, Steve Sisolak, calificó a las Zonas de Innovación como han bautizado a este tipo de proyectos como una de las soluciones de futuro para diversificar la economía de uno de los estados más liberales de Estados Unidos. Así que tampoco resulta difícil pensar en que la idea acabará extendiéndose a otros estados con el tiempo.

De hecho, si el cambio de regulación necesario para el comienzo de la construcción de Sandbox City acaba produciéndose, cualquier compañía tecnológica que prometa invertir más de 1.000 millones de dólares y adquirir 200 kilómetros de terreno podrá participar de proyectos similares. Aunque sea difícil imaginar una ciudad sin su ayuntamiento, su alcalde y sus servicios públicos, cada vez resulta menos imposible pensar que una empresa pueda realizar esa gestión de los servicios de una manera más ágil y eficaz. 

Quien sabe si en apenas una década los ciudadanos pasaremos de una ciudad inteligente de gestión privada a otra como el que elige comprar en Mercadona o en Lidl en un sistema en el que las ciudades compitan por ser más atractivas y ofrecer los mejores servicios al mejor coste. O a lo mejor la cosa acaba peor que en Black Mirror y pasamos de ciudadanos a producto de una enorme y monstruosa corporación que invada todos los ámbitos de nuestra existencia. Buena suerte con eso.