La muerte del principal sicario de Escobar deja huérfanos a un millón de morbosos

Popeye tuvo el morro de abrirse un canal de Youtube para justificar que participó directamente en 300 asesinatos y organizó otros 3.000

Es uno de los hombres más repudiados de Colombia, por mucho que la televisión haya tratado de justificarlo. John Jairo Velásquez, alias Popeye, salió de la cárcel en 2014, con cientos de asesinatos a sus espaldas y un historial de dolor y sangre para un país que ha puesto muchas vidas en la guerra contra el narcotráfico. No obstante, Popeye tuvo el morro de salir de prisión había pasado allí 24 años con la cabeza alta y abrirse una cuenta en Youtube donde intentaba lavarle la cara a su pasado. Popeye arrepentido, se llama su canal, que ahora queda huérfano y con 1,21 millones de seguidores. Él admitió abiertamente haber matado a 300 personas y coordinar el asesinato de otras 3.000.

Popeye murió en un hospital de Bogotá, mientras volvía a cumplir condena por extorsión y asociación para delinquir desde hacía casi dos años, carcomido por un cáncer después de sobrevivir a tiroteos y persecuciones policiales que acabaron incluso catapultando a su jefe, el narcotraficante Pablo Escobar, abatido el 2 de diciembre de 1993. Fue una de las cabezas más visibles de la etapa más sangrienta del cartel de Medellín, después de llegar a Escobar cuando ya había sido policía y militar. Vio que cambiando de bando tocaría la gloria.

"Un día un ingeniero amigo me dijo que lo acompañara a una finca donde debía realizar un trabajo. Fuimos a la hacienda Nápoles y vi armas, mujeres bellas y animales exóticos y pensé: 'esto es lo mío'", dijo en una entrevista a la revista Don Juan en 2009. "Vi a ese señor Pablo Escobar y sinceramente vi a Dios. Desde ese momento hice todo lo que estuvo a mi alcance por estar cerca de él. Luego me convertí en conductor de su organización y después integré la banda de sicarios que trabajaba para el Cartel".

Se convirtió en la mano derecha de Escobar, en el jefe de sus sicarios, ‘el Marino’ si habéis visto El Patrón del mal. También en lo conoceréis si habéis visto Narcos en Netflix. Y él aprovechó que al mundo le interesan las historias de narcotraficantes para capitalizarlo y abrir un canal de Youtube donde iba opinando sobre la actualidad colombiana y donde daba su versión sobre la historia del cartel de Medellín incluso desmentido por la familia de Escobar. Pero la verdad es que "Popeye murió sin que algunos de sus delitos más graves fueran del todo esclarecidos", explica el corresponsal de la BBC en Colombia.

La muerte de Popeye nos deja una vez más una reflexión: por muy divertidos que nos parezcan sus comentarios, dejemos de encumbrar a los narcotraficantes que se han cobrado la vida de civiles inocentes. Gente que se ha hecho famosa por matar, está ganando dinero en Youtube gracias a nuestras visualizaciones. Los criminales no se merecen nuestra admiración. Basta preguntar a un colombiano qué opina de este sujeto para saber que se trata de la encarnación del mal. Y si no nos creéis, haced el ejercicio. O daos una vuelta por Twitter.