El país que te mete en la cárcel por llevar el coche sucio o por comprar un paquete de tabaco

Turkmenistán es una de las peores dictaduras del mundo y está gobernado a golpe de capricho de su presidente

Cada cierto tiempo, aparece un reportaje sobre las excentricidades de la dictadura de Corea del Norte, probablemente, el lugar más hermético del mundo. Pero en Asia central, están un grupo de antiguas repúblicas soviéticas de las que se oye hablar poco pero también ofrecen un relato que parece más bien sacado de una novela distópica que de un país real. La más extrema de ellas es, probablemente, Turkmenistán, un país gobernado por un hombre, llamado Gurbanguly Berdymukhamedov, que hasta se permite pasar largos períodos desaparecido alimentando los rumores de su muerte.

Un periodista de elidiario.es acaba de hacer un viaje por ese país que sintetiza de esta manera: "en aduanas, en el listado de mercancías prohibidas, los 'medios de información y ediciones impresas' están al mismo nivel que las armas y las drogas". Y esto solo es el principio, entre las demás prohibiciones está llevar barba antes de los 40, cambiarle el nombre a un caballo, circular con el coche sucio o comprar un paquete de tabaco. De hecho, fumar fue prohibido en todos los lugares públicos tras una operación de corazón del jefe de Estado. Bienvenidos a la república del capricho, el mandato del "porque yo lo digo".

De hecho, aunque conozcamos mejor las excentricidades del norcoreano Kim Jong Un, Turkmenistán ya superó el año pasado a Corea del Norte como el país con más restricciones a la prensa, según el informe anual de Reporteros Sin Fronteras citado en el reportaje.

Hasta las reglas básicas del país están escritas en un poemario como una interpretación random del Corán que el antecesor Berdymukhamedov escribió "guiado por Alá". Más que la constitución sería algo así como un mito fundacional que marca un código de conducta y se lee en los colegios y universidades y es materia obligatoria para quienes concursan para optar a los puestos públicos. eldiario.es cuenta que en la capital del país hay "una reproducción de varios metros de altura del Ruhnama que, hasta hace poco, se abría mecánicamente cada noche para que una voz grabada leyera aleatoriamente un párrafo del libro".

Visto con la distancia, puede parecer un lugar surrealista más al que no tomarse en serio, pero la población de Turkmenistán vive perseguida y atemorizada de no cumplir con unas reglas durísimas de un régimen egocéntrico. Hasta los meses del año se llaman como miembros de su familia y al pan, como a su madre. Es el no va más del egocentrismo y el narcicismo: un país todo para mí, millones de personas haciendo absolutamente todo lo que se me ocurra. Y si no, ejecución o cárcel. Porque yo lo digo.