La película que pone a la homofobia en el fútbol al descubierto

Un pene de plástico en el vestuario, chantajes y rumores son algunas de las muestras de la homofobia que hay en el fútbol

Durante la temporada 2017/2018, Mario estaba a un paso de subir a primera división y, así, convertirse en la estrella del fútbol alemán que siempre quiso ser. Sin embargo, su sueño empezó a verse truncado cuando Leon llegó al equipo. El problema no era que fuese tan buen jugador como él y que en ocasiones no le dejara brillar en el césped, sino que se enamoraron. Un amor que se vieron obligados a vivir a escondidas porque entre las paredes del vestuario de su equipo la homosexualidad estaba más que condenada. Así que, si cualquiera se enteraba de la verdad de Mario, no había duda de que lo perdería todo, de que ser gay le vetaría la posibilidad de acabar siendo un gran futbolista.

Este es el argumento de Mario, la película del director de cine de origen suizo, Marcel Gislert, que se emitirá entre el 7 y el 17 de junio en la 23ª edición del festival de cine Mario. Lo acogerá el Instituto Francés de Barcelona para presentar un total de 55 largometrajes, cortos y documentales de temática LGTBI. Los mismos que recordarán a sus asistentes que el amor entre personas del mismo sexo es igual de auténtico que el heterosexual, que todos siempre tuvimos derecho a amar libremente a quien queremos y que el Mario

Homofobia en el mundo del fútbol

A pesar de que ahora casi todo el mundo acepta todas las formas de sentir, aún hay sectores de la sociedad en los que se respira una homofobia que estaría encantada de privar de amor a las personas LGTBI. Y eso es lo que llevó a Gislert a hacer esta película sobre el romance y los contratiempos que viven dos jóvenes que son distintos a lo que el orden establecido les dijo que debían ser.

"Me pregunté: ‘¿por qué la homosexualidad sigue siendo un tabú en los deportes de élite, especialmente en el fútbol?’. En este mundo todavía hay muchas ideas conservadoras sobre la masculinidad y la homosexualidad", cuenta el director que, acto seguido, añade que con las dos horas de duración del filme no persigue más objetivo que "hablar de la falta de tolerancia y la exclusión que todavía existe en nuestra sociedad".

Prueba de ello es que mientras Gislert se documentaba para hacer Mario, escuchó por parte de clubes y entrenadores de fútbol comentarios como: "No tenemos ningún problema con la homosexualidad porque aquí no hay jugadores gais" o "¿Jugadores gais? Necesito hombres de verdad en mi equipo". Palabras propias de una mentalidad retrógrada que, inevitablemente, imposibilitan a futbolistas gais ser fieles a sus sentimientos y, al mismo tiempo, seguir haciendo lo que más les gusta: jugar a fútbol.

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Justamente esta actitud homófoba es la que Leon y Mario sufren en la película a partir de una infinidad de situaciones que nunca nadie debería vivir. Desde compañeros que hablan de ellos a sus espaldas, les chantajean y les denigran dejando, por ejemplo, un pene de plástico junto a la camiseta de Leon. Pasando por un club que les pide que oculten a toda costa su amor. Hasta padres que consideran que su relación es una bomba relojería capaz de cargarse sus carreras deportivas en cualquier momento. Y eso es algo que, por mucho que sea verdad, no justifica que su entorno no vea lo suyo por lo que es: amor. 

Cuando la identidad entra en conflicto con el entorno

En los noventa, un futbolista alemán homosexual, Marcus Urban, tuvo que elegir entre ser una estrella del fútbol y tener una doble vida o ser fiel a sí mismo y perderlo todo. Acabó eligiendo lo segundo, por lo que, con el tiempo, se convirtió en una fuente de inspiración para muchos. "Era un jugador de fútbol con futuro en Alemania que dejó su carrera para salir del armario. Ya no se podía enfrentar la presión y a la abnegación. Su historia me inspiró para crear a Mario y Leon", cuenta Gilbert al hablar de una actitud que, en realidad, es opuesta a la que encarna Mario.

Más que mostrarse como es sin temer las consecuencias, llega a menospreciar en público a la persona que quiere —Leon—, se engaña a sí mismo fingiendo tener una relación con una chica y no se deja amar por su verdadera pareja para evitar que no se esfume el sueño por el que tanto ha luchado. Un comportamiento que protagonizan muchas personas LGTBI cuando su sexualidad va en contra de todo lo que siempre han sido y creído, como cuando uno se percata de que es homosexual después de solo tener referentes heterosexuales a lo largo de toda tu vida.

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"Es una cuestión de identidad. Desde que era pequeño, Mario ha querido ser un profesional. Toda su autoestima e identidad están relacionadas con su desempeño como atleta, por lo que es muy difícil cambiar esta imagen", detalla Gislert sobre un problema que no sería tan recurrente si no fuese porque vivimos en un mundo en el que hay espacio de sobras para la discriminación.

La misma que, lamentablemente, hace que el director crea que a la comunidad LGTBI no le espera un futuro próspero: "siempre habrá discriminación, es humano, y todas las minorías se verán afectadas por ello, de hecho, los ataques homófobos han aumentado en los últimos años". Algo que, por mucho que todos veamos con cierta regularidad, no nos tiene que cohibir, sino que debe ser un estímulo para vivir todas las sexualidades con libertad y que, así, historias como las de Mario y Leon dejen algún día de estar plagadas de dolor.