La justicia obliga a la atleta Caster Semenya a medicarse para seguir compitiendo con mujeres

El Tribunal Supremo de Suiza ratificó el pasado martes la decisión de la Federación Internacional de Atletismo IAAF de mantener la norma por la que las mujeres con hiperandrogismo niveles excepcionalmente altos de testosterona deberán someterse a un tratamiento para reducir su testosterona si quieren seguir compitiendo

El polémico caso de la atleta sudafricana Caster Semenya podría haber llegado a su fin. El Tribunal Supremo de Suiza ratificó el pasado martes la decisión de la Federación Internacional de Atletismo IAAF de mantener la norma por la que las mujeres con hiperandrogismo niveles excepcionalmente altos de testosterona deberán someterse a un tratamiento para reducir su testosterona si pretenden continuar compitiendo en pruebas de la categoría femenina. La noticia es un jarro de agua fría para la deportista africana ya que en mayo del año pasado el Tribunal de Arbitraje Deportivo TAS ya había fallado en favor de la norma y el recurso a la justicia Suiza era su última esperanza de seguir compitiendo sin alterar lo que su cuerpo produce de manera natural. 

Semenya, que es doble campeona olímpica y triple mundial de 800 metros, siempre compitió bajo constantes acusaciones de tener una biología que le facilitaba arrasar en las competiciones debido a que, en el mundo del atletismo, la mitad de los casos de dopaje entre mujeres se dan aumentando los niveles de testosterona. En este sentido, su caso provocaba un especial recelo entre las autoridades deportivas debido a sus excelentes resultados deportivos: ¿era su testosterona natural, o era fruto de dopaje? La paranoia en torno a estos casos llegó al extremo cuando la velocista india Dutee Chand, que también tenía un problema similar al de la sudafricana, fue sometida a pruebas para averiguar su género. Para adaptarse a las realidades de casos así, se decidió cambiar el criterio de cromosoma a testosterona.

¿XX, XY o testosterona?

Esto ocurrió en 2011 cuando la IAAF pasó de basarse en los cromosomas X o Y para decidir la categoría donde competiría un atleta es decir, si era hombre o mujer a medir las categorías del género según los niveles de testosterona, como explica un reportaje en El Confidencial. Joanna Harper, médico y atleta transgénero que asesora al Comité Olímpico Internacional en asuntos de deporte y género, celebró la resolución porque creía que era la menos mala. “Aunque no hay una solución perfecta a la molesta pregunta de quién debe competir en el deporte femenino, creo que el método más óptimo que tenemos en 2017 es usar los niveles de testosterona para dividir a los atletas en un reportaje en El Confidencial, aseguraba en unas declaraciones recogidas por el artículo.

Harper no es la única persona trans que ha hablado de este caso. La resolución sobre Semenya ha reabierto un debate muy enquistado: las personas trans en el deporte. Cada pocos meses sale un nuevo caso de polémica sobre victorias de deportistas trans. Hace dos años era Mack Beggs, un chico trans que se hormonaba y que cumplía los niveles de testosterona necesarios para participar en competiciones de wrestling masculinas. Sin embargo, se le negó participar en estas competiciones porque la ley de Texas le obligaba a participar con el género de su certificado de nacimiento, mujer. Ganaba los torneos rodeado de polémica. Hace un año fue el turno de Mack Beggs, dos mujeres transgénero que ganaron una competición de atletismo pero fueron acusadas de tener ventaja competitiva sobre el resto de mujeres. Su victoria desencadenó un alud de críticas transfóbicas en las que se las culpaba a ellas y no al sistema deportivo.

¿La división hombres/mujeres está obsoleta?

Pero Caster Semenya es una mujer cis. Así que muchos activistas trans han visto su oportunidad para remarcar que el tema de la testosterona de más o de menos no solo afecta a las personas trans y que el caso deja claro que el sistema de división por género en el deporte está anticuado y debería revisarse. Aunque hay algunas normas —sobre todo en el olimpismo, que exige a las personas trans completar una terapia hormonal con un tiempo de espera prudencial antes de competir—, muchos deportistas trans creen que la solución no está en segregar por géneros sino replantear el sistema de categorías para que sea el peso, la testosterona, la altura o los elementos físicos y biológicos los determinen que están compitiendo en términos de igualdad.

Como aseguraban a la CBC dos activistas trans, quizá, con suerte y a medida que se hagan visibles más casos como el de Semenya, el asunto de las categorías deportivas, el género y la biología empiece a verse como una urgencia deportiva de la que debatir profundamente antes de que más personas vean frustradas sus ambiciones deportivas por la rigidez del binarismo de género. Sin embargo, el revés de la justicia de Suiza al recurso de Semenya parece confirmar que todavía se está muy lejos de poder complacer a todas las partes.